Quienes lo conocieron y trataron aseguran que siempre estuvo en las antípodas de la imagen que a menudo proyectan quienes ocupan los más altos puestos en la jerarquía de la judicatura. Que José Luis de Pedro Mimbrero, quien fuera presidente del TribunalSuperior de Justicia de Castilla yLeón durante doce años, fallecido esta pasada semana, no respondió nunca al estereotipo de magistrado exquisito que ha de guardar siempre las apariencias por mor de su cargo. «Este hombre se lo echaba todo al hombro y nunca se mordió la lengua.Como jurista fue inteligente y justo. Como persona, un hombre extraordinariamente sencillo que escondía un tipo culto, que amaba la sociedad en la que vivía», explica uno de los grandes amigos que tuvo en su desempeño profesional.
Le gustaba hacer gala de su apariencia de hombre de pueblo (había nacido en Recuerda, Soria) y se autodenominaba pastor de pueblo frustrado; era tan disfrutón de una buena conversación entre amigos en una taberna como impecable y responsable cuando se ponía la toga. Era un hombre de su tiempo a quien le importaba por encima de todo la verdad y, con ello, la justicia. Un hombre que conocía muy bien el mundo en el que vivía precisamente por la sencillez y la humildad con la que pasó por él.Y porque supo estar donde debía, como dejaba claro cuando citaba a Platón: «No me gusta el juez que no se mezcla con la gente».Aunque a lo largo de su prolongada carrera como magistrado tuvo que enfrentarse a casos de todo tipo, ninguno trascendió tanto como el que juicio que presidió en Burgos contra el exalcalde de Ponferrada Ismael Álvarez por abusos sexuales a una joven concejala de su partido,Nevenka Fernández.

(Reportaje completo en la edición en papel de hoy de Diario de Burgos)