La catedral

MARTÍN G. BARBADILLO
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"Hasta finales de los 80 estaba realmente negra. Todo cambió el 12 de agosto de 1994. La estatua de San Lorenzo, de 300 kilos, cayó de la torre norte a la plaza Santa María (40 metros de vertical) y a partir de ahí las restauraciones no han parado"

La catedral

¿Qué es? La Santa Iglesia Catedral Basílica Metropolitana de Santa María (nombre oficial) es un templo católico de, digamos, categoría especial.

Edad. La primera piedra se colocó el 20 de julio de 1221, por lo que está a punto de cumplir ocho siglos, como es sabido.

Hay que reconocer que es imponente pero, el caso, es que me recuerda a otras. Se construyó sobre un templo románico, en el siglo XIII, cuando lo francés era el último grito, como ha pasado tantas veces. De hecho, vinieron constructores del país vecino; por eso evoca a catedrales galas como la de Reims o Notre Dame. Yo estuve en Burdeos y la de allí es clavadita, agujas incluidas. Se puede decir que se inspiró en los mejores, que tiene su mérito.

¿Llevó mucho tiempo construirla? Pues la verdad es que se dieron vidilla al principio. En 1230 ya celebraban cultos; en 1238, fecha de la muerte del obispo Mauricio, promotor de la obra, ya estaban casi finalizados el crucero y las naves. El templo se consagró en 1260, que es como decir que se inauguró.

No está mal para la época. No, pero no te engañes. En realidad ha estado siglos construyéndose; ha ido sumando modificaciones, añadidos y cambios hasta prácticamente antes de ayer; así que hay gótico, renacimiento y barroco a montones; el canon occidental a la puerta de casa. En el siglo XV, por ejemplo, se colocaron las agujas, que han sido el skyline inmutable de esta ciudad.

Perfectamente reconocible. Aparece en grabados renacentistas, fotos en blanco y negro con carros alrededor, o de fondo en cientos de imágenes de burgaleses recién casados. Es el telón de fondo de nuestra vida tanto de día como de noche, porque el templo está al lado de la zona de marcha de la ciudad; aquí sí se puede decir con propiedad que estamos ante un clásico. Es curioso porque, como es visible desde infinidad de puntos, parece muchas catedrales distintas; desde algunos sitios da la impresión de que va a despegar como el cohete Saturno 5 (el más grande jamás construido). Además, le sienta bien el sol; se levantó con piedra de Hontoria de la Cantera, que varía su aspecto según la luz del día.

Es gris clara. Por no entrar en matices, sí, pero no siempre ha sido así. Hasta finales de los 80 estaba realmente negra. Todo cambió el 12 de agosto de 1994. La estatua de San Lorenzo, de 300 kilos, cayó de la torre norte a la plaza de Santa María (40 metros de vertical). Esta inmolación hizo saltar, valga la redundancia, todas las alarmas y a partir de ahí las restauraciones no han parado. La catedral ahora parece otra en todos los sentidos. De hecho, al principio costaba acostumbrarse a la nueva tonalidad de su piedra; resultaba, precisamente, demasiado nueva.

¿Y qué mas se puede ver en la catedral? Pues voy a desvelarte algo que muchos burgaleses ignoran: la catedral no es maciza, está hueca por dentro.

¿Cómo? Quiero decir que, evidentemente, se puede visitar, pero he realizado una encuesta en mi entorno, carente de todo valor científico, y la mayoría sí la había visitado, muchos en su época escolar, y casi nadie en años o décadas. Pasa siempre, uno viaja y se mete en cualquier parte, pero lo deslumbrante del lugar en el que habita se tiene un poco abandonado. Sucede como, a veces, en las relaciones personales, la rutina acaba matando a la pasión.

¿Y qué se están perdiendo? Toneladas de arte y talento de varios siglos: el cimborrio, que es pura filigrana, los relieves de la girola, la sillería del coro tallada en nogal, la muy imitada Escalera Dorada, retablos, capillas que son pequeños templos, pinturas de épocas diversas... También están la tumba de El Cid y Jimena y el Papamoscas. Eso y el placer de perderse tranquilamente, un día de invierno que hay menos gente, por esas naves inmensas, o por el claustro. 

Si quieres parecer integrado. Hazte un selfie con la catedral de fondo y ponlo de foto de perfil en tus redes sociales.

Nunca, nunca, nunca... Digas que no está mal pero que prefieres otra, especialmente la de León; es competencia directa.