Iván Agustín dice adiós al fútbol

Raúl Canales / Miranda
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El gran capitán del Mirandés cuelga las botas pero seguirá ligado al club como preparador físico del primer equipo

Iván Agustín, emblema y símbolo rojillo, ha logrado ascender de Tercera a Segunda con el club. - Foto: Alberto Rodrigo

Iván Agustín deja el fútbol. No es un adiós definitivo, ya que seguirá ligado al Mirandés como preparador físico,  pero nunca más se volverá a enfundar la camiseta con el ‘8’, un número que en el corazón de la afición rojilla siempre será suyo.

Se retira el capitán, el último gran ídolo de la grada, un futbolista que ha escrito con mayúsculas su nombre en la historia del club, no solo porque sin aquel mítico gol al Lemona nada hubiese sido igual, sino sobre todo, porque ha encarnado como nadie los valores rojillos. Si alguien ejemplifica en el campo el lema de que el Mirandés es un sentimiento, es Iván Agustín.

Todo compromiso y pundonor, sus once temporadas en Anduva se resumen en una sola palabra, pasión, la que siente por el club y con la que ha defendido sus colores. Llegó a un equipo modesto que por entonces deambulaba por Tercera y se retira siendo el símbolo del orgullo rojillo.

Su despedida dejó ayer helada a la afición. El futbolista que más  partidos oficiales ha jugado con la camiseta rojilla (396) merecía una última ovación sobre el terreno de juego, pero fiel a su estilo humilde y sencillo ha preferido irse sin hacer ruido, agradeciendo en vez de ser él a quien se le agradece por lo mucho que ha dado.

A sus 35 años y todavía con fútbol que ofrecer en sus botas, las cuelga para iniciar una nueva etapa como preparador físico. Es la fórmula que al menos le permitirá seguir vinculado a su casa, el Mirandés, después de que el retorno a Segunda haya cambiado los planes del club sobre el capitán solo quince días después de firmar la renovación.

«La propuesta me pilló un poco de sorpresa porque mi idea era seguir jugando», reconocía el centrocampista, quien optó por darle un tono de continuismo y no de despedida a su discurso, pese a que tuvo que esforzarse para evitar las lágrimas en una breve comparecencia en la que no estuvo acompañado por ningún miembro del consejo de administración.

Con el paso de los días y tras consultarlo con su familia, ha decidido aceptar su cambio de rol. «Es una decisión muy difícil de tomar porque un futbolista siempre quiere seguir en activo, nunca ve la hora de dejarlo, pero hay que ser realista, y a mi edad, es una buena oportunidad  de futuro».

De ser el alma y referente del vestuario pasará a ver el fútbol desde el otro lado, integrado en el cuerpo técnico. «Es duro cambiar de un día para otro, y seguramente el primer partido ante el Lugo se me hará muy raro no saltar al campo, pero lo tendré que ir asimilando», asegura.

Pero ha sido esa opción de seguir vinculado al fútbol la que le ha ayudado a dar un paso que de otra forma hubiera sido aún más  traumático. «No es lo mismo dejarlo e irte a casa que seguir en el club aunque con otras tareas», afirma.

La retirada de Iván Agustín pone fin a una década  gloriosa en la historia del club. Su adiós marca el cambio de ciclo, pero en la memoria de todos los seguidores permanecerán imborrables momentos épicos   que le han tenido como gran protagonista, y aunque su coraje en el campo ya no levantará a la grada que tantas tardes coreó su nombre, en su nuevo puesto, seguirá tirando del carro con el mismo espíritu que siempre, en las buenas, y sobre todo, en las malas.

Porque a pesar de que ya no llevará el brazalete que tantas veces portó con orgullo, siempre será el capitán.