Cuando un ebrovisivo entra en alguna de las múltiples ubicaciones preparadas para albergar el sinfín de conciertos programados, tan solo ve grandes decorados, luces, la tarima y, por supuesto, al músico que protagoniza cada sesión. Sin embargo, tras las bambalinas se esconde un trabajo esencial para garantizar que todo salga como está planeado. Un trabajo que realiza GuillermoRoyo, de la firma Noiz. Este bilbaíno es el encargado «de toda la parte logística», por lo que asume la tarea de «mover a los grupos que vienen sin vehículo y saber sus necesidades mientras están en Miranda», así como, «acreditar a las bandas que van por su cuenta» y coordinar tanto sus desplazamientos como su estancia en el recinto. Pero, además, cuando arranca el festival ayuda a que cada uno salga a tiempo al escenario.
Es decir, su trabajo antes y durante el evento consiste en «tener controlados los movimientos» de cada banda. Aunque dicho así parece sencillo, Royo aclara que «son muchas tareas» y estas suponen asumir una gran «responsabilidad», pues en un acto con más de 20.000 asistentes en cuatro días y decenas de grupos «hay presión». Ahora bien, según comenta, la organización de Ebrovisión está hecha de otra pasta, dado que «si ocurre cualquier cosa desde la asociación lo solucionan». Además, este profesional de la producción de actividades musicales reconoce que, en comparación con citas masivas, «aquí no hay ese clima de tensión que puede haber en otros festivales donde hay una necesidad de rentabilidad económica brutal».
Basta con hablar cinco minutos con Royo para entender que su afecto por este evento, y por el colectivo organizador, va más allá de la mera cuestión profesional.De ahí que todo ese trabajo invisible lo haga «encantado». En este sentido, comenta que su relación con el festival mirandés viene ya de muy lejos, puesto que se subió al escenario «con el grupoSeñores en 2013 y 2016». Fue en ese momento cuando disfrutó del «roce» con la Asociación Amigos de Rafael Izquierdo y logró cierta «sintonía» con todo «el equipo de Ebrovisión». Así, en el momento en que la cita «creció y cambió de recinto» el curso pasado, este colectivo le llamó porque necesitaban una figura como la suya, alguien de quien «sabían que había trabajado en festivales con muchos más portes» y, por ende, iba a poder gestionar el nuevo formato.
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