Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Los socorros mutuos

01/05/2023

Allá por los años 20 del pasado siglo se formaron en muchos lugares de España, especialmente en poblaciones medianas, unas curiosas entidades que tenían como denominación común «Sociedades Obreras de Socorros Mutuos». Las integraban trabajadores, generalmente por cuenta ajena, que aportaban una cuota periódica con la que se constituía un fondo del que salían ayudas para paliar situaciones de dificultad laboral (pérdida del empleo, jubilación, enfermedad, etc.), o de desgracia personal y familiar (accidente de trabajo, fallecimiento, etc.). El nombre no podía ser más revelador: socorros mutuos; una forma de practicar la solidaridad, asociándose para la atención recíproca cuando apretaba la necesidad. Incluso en algunos casos, si no alcanzaba el fondo constituido con las aportaciones para cubrir las ayudas, se hacían derramas con el fin de que éstas se mantuvieran.  

No había aún 'seguridad social' generalizada, de carácter público, y esas Sociedades suplían las carencias hasta donde era posible. Pero a medida que la Seguridad Social se fue implantando y desarrollando, aquellas entidades, de tan bello origen, fueron desapareciendo, una vez que se iban quedando sin función que cumplir. La inmensa mayoría quedó extinguida en la década de los 60, y sólo una mínima parte permaneció, si bien reconvertidas en Asociación civil, acogidas a la legislación de asociaciones.

Una de esas pocas sobrevive en mi pueblo de origen, Saldaña, en la provincia de Palencia. Conserva su nombre histórico ('Sociedad Obrera de Socorros Mutuos, La Saldañesa'), cuenta con casi 300 socios, de toda edad y condición, y sigue celebrando cada Primero de Mayo su fiesta de confraternidad. Fue fundada en 1920 por un grupo de trabajadores, alentados por un maestro que la presidió, de manera que en 2020, en mitad de la pandemia y del confinamiento, cumplió un siglo. Una coincidencia verdaderamente singular: en medio de aquella desgracia colectiva, el recuerdo de una iniciativa pensada para compartir las desgracias individuales, y socorrerlas. Como decía, no cumple ya la función asistencial con la que nació. Pero sigue siendo un símbolo igual de necesario; un símbolo a conservar y engrandecer.