Los promotores pierden interés en los conciertos del Coliseum

D. ALMENDRES / Burgos
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Las actuaciones de Rozalén y Pablo López en 2021 son las únicas excepciones en cinco años de barbecho musical por las dificultades logísticas y de producción. No hay propuestas sobre la mesa

Imagen del concierto ofrecido por Ara Malikian en febrero de 2019 en el estreno de los paneles acústicos. - Foto: Ángel Ayala

La remodelación del Coliseum, siempre pendiente de completarse después de nueve años de continuas mejoras e intervenciones de mayor o menor calado, no es suficiente para minimizar las limitaciones y las carencias de la instalación para albergar grandes acontecimientos deportivos o culturales.

La idea de transformar la antigua plaza de toros municipal en un recinto multifuncional tenía como uno de sus principales reclamos la apuesta por convertirse en un espacio de garantías, pero el crucial servicio ofrecido como pabellón de baloncesto en el momento más oportuno contrasta con su capacidad residual para atraer y consolidar un calendario musical de nivel.

Y es que solo se han celebrado dos conciertos desde que en 2019 el San Pablo Burgos organizara su Noche Azul para poner el broche de oro a la temporada, en los tiempos de vino y rosas del club en la elite nacional. Esas excepciones ocurrieron en 2021 con Pablo López y Rozalén como protagonistas.

Al echar la vista atrás, nadie podía imaginar el 24 de mayo de hace cinco años que la presencia de Arkano, Celtas Cortos y Maldita Nerea en el festival de la entidad azul iba a marcar un punto de inflexión negativo en la trayectoria musical del Coliseum. Las mencionadas experiencias posteriores, consecutivas además, sirvieron para conmemorar el VIII Centenario de la Catedral. Después de aquello, nunca más se montó un escenario en la plaza. 

El coso burgalés estrenó su nueva techumbre en 2015. Entonces, el Ayuntamiento quiso promocionar las virtudes de la 'nueva' infraestructura con la presencia de la selección española de baloncesto y dos conciertos de garantías. Ana Belén y Víctor Manuel fueron los encargados de descorchar el champán de la música el 2 de octubre. Tan solo una semana más tarde llegó el turno de Melendi para mandar desde el albero. La cosa prometía, pero ese impulso inicial de la inauguración nunca tuvo la continuidad deseada.

Lo cierto es que el Coliseum no resultó especialmente atractivo en ningún momento. Y si lo fue, con el tiempo los promotores se quedaron sin ganas de insistir. Algunos espectáculos para niños aportaron su granito de arena para sumar público a la dotación, pero hubo que esperar a octubre de 2017 para que la ópera Carmen tomara el relevo y ya en febrero de 2019 el violín de Ara Malikian dejó su sello bajo la cúpula de la instalación.

Precisamente, este fue el primer concierto con la nueva acústica conseguida tras instalar 2.000 paneles en el techo con una inversión que alcanzó los 400.000 euros. Un paso necesario después de que la propia Ana Belén recordara en el estreno de la reforma los tiempos en los que «la plaza estaba descubierta y había mejor sonido».

La solución no ofreció una respuesta mágica, pero sí supuso un avance fundamental. Sin embargo, esta mejora tampoco ayudó a atraer nuevas iniciativas más allá del festival de fin de temporada impulsado por el San Pablo. Después llegó la pandemia de 2020 y el club azul estaba dispuesto a repetir experiencia, aunque tuvo que amoldarse a la dura situación y ofreció su festival por streaming

La crisis sanitaria tampoco ayudó al Coliseum y ya en 2022 llegó la última gran apuesta. Los conciertos programados de Desakato, Memocracia y Grotèsque, así como el de Los Secretos, Modestia Aparte y Chimo Bayo se reprogramaron en el Andén 56 «por problemas organizativos», según explicó entonces la promotora Evolución Tour.

Y hasta hoy. Ya iniciado el año 2024 en el Ayuntamiento no consta ninguna petición para organizar un concierto en la plaza de toros. Razones hay muchas. Todas suman y todas tienen su impacto en esta cuestión. Algunas son técnicas, otras estructurales y también las hay organizativas y económicas.

La administración local no cobra un canon por organizar un evento musical en sus dependencias, pero los costes de producción y las limitaciones que arrastra un recinto que no tiene una infraestructura fija de montaje (iluminación, sonido, poleas...) ayudan a que los profesionales pierdan interés.

En estas circunstancias, para los promotores es clave contar con todas las facilidades en la adaptación de la dotación y las experiencias vividas en el pasado invitan a mantenerse a la espera de cambios reales. «Claro que se pueden hacer conciertos en el Coliseum, pero no se apuesta por ello. La iniciativa privada ha demostrado que quiere hacerlo, pero hay muchos problemas de logística y de producción desde el momento que llegas a la instalación», lamenta Diego Rojas, de Evolución Tour.

El PSOE optó en el pasado mandato por convertir el campo de rugby de San Amaro en el nuevo referente de los conciertos de San Pedro, pero no hay soluciones para un Coliseum que no acaba de despegar. Y en el horizonte no se divisa un rayo de sol. 

Ni siquiera la presencia y necesidades del San Pablo Burgos en su quehacer diario deberían suponer un obstáculo insalvable para planificar un calendario de espectáculos. «Por poner un ejemplo cercano, en el Buesa Arena de Vitoria son capaces de adaptarse al calendario del Baskonia en ACB y Euroliga para hacer un concierto», zanja.

Rojas tiene claro que el camino a seguir para relanzar el Coliseum es «copiar de los mejores», en referencia al mencionado ejemplo del Buesa. Siguiendo este hilo, se muestra convencido de que la instalación tiene más potencial del que se ha asumido. «Se pueden traer giras importantes. ¿No metemos 10.000 espectadores en el fútbol y 10.000 en el baloncesto? No es un problema de público», asegura.

La clave es apostar de verdad por espectáculos de calidad. «Fito agotó las entradas en el Fórum en nueve minutos y si viniera al Coliseum lo llenaría en una hora, pero es importante tener un sitio fijo dedicado a conciertos y que el artista sepa que aquí se trabaja muy bien», expone. 

Llegados a este punto, solo queda resignarse o buscar soluciones. Si el VIII Centenario de la Catedral fue un oasis en el desierto, la carrera por la Capitalidad Europa de la Cultura de 2031 supone una oportunidad única para la instalación.