Pregón desde los siete metros

R.M. / Pedrosa de Río Úrbel
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El ex seleccionador nacional de balonmano Emilio Alonso pregona mañana las fiestas de su Pedrosa natal

Pese a residir en Barcelona, Alonso regresa cada año a Pedrosa y Lodoso. - Foto: DB

Sin duda sus méritos como entrenador de balonmano -seleccionador nacional masculino y femenino, Medalla de Oro en el Mundial de 1979, 5ª plaza en los Juegos Olímpicos de Moscú 80, campeón de Liga, de Europa y de la Supercopa con el Teka en 1993... - justifican que sus paisanos de Pedrosa de Río Úrbel le hayan elegido para pregonar mañana las fiestas de la localidad que le vio nacer.

Pero lo cierto es que Emilio Alonso no se esperaba que se acordasen de él ya, teniendo en cuenta que su carrera en la élite del balonmano nacional terminó hace 19 años entrenando al mítico Teka santanderino. Así que a la habitual ilusión y agradecimiento que este tipo de reconocimientos suelen provocar, y que tampoco faltan en el caso de Alonso, en este caso se une una más que justificada sorpresa. Más si tenemos en cuenta que Alonso nació en Pedrosa en 1948, pero lo abandonó muy niño por razones familiares. Aunque, eso sí, aún regresa al menos una vez al año desde Cataluña donde reside desde hace décadas -su ligero acento catalán lo demuestra- y donde es profesor de balonmano en el INEF de Barcelona.

De su niñez en Pedrosa y Lodoso, a Alonso, que en 2002 recibió la medalla de Oro de la Diputación, le queda el recuerdo difuminado de la escuela, de las pandillas, los juegos con los amigos en las eras «y ya más mayor, de las fiestas, los ratos con los primos...».

Ya tiene preparado lo que quiere contar a sus paisanos mañana, pero prefiere no desvelarlo «porque si lo hago ‘chafamos la guitarra’», bromea, al referirse al que será el primer pregón de una persona que a lo largo de su vida ha tenido que hablar en público en numerosas ocasiones, casi a diario si contamos sus clases.

Pese a estar apartado de la alta competición hace dos décadas para centrarse en su familia y su actividad docente, sigue de cerca todo lo relacionado con un deporte que le apasiona y de sus palabras se deduce una ligera nostalgia por el banquillo.

Por eso se le nota satisfecho con que un equipo burgalés como el Villa de Aranda, debute este año en la máxima categoría nacional de este deporte, un hecho al que quizás no se le ha dado la importancia que merece. En este sentido, destaca que, aunque por su carácter de recién ascendido le tocará sufrir, valora el incansable apoyo de la afición arandina y la ilusión que este año van a vivir, «que eso ya no hay quien se lo quite». Y aunque diga que no... ¿Quién sabe si le veremos como entrenador del Villa de Aranda?

De momento..., lo primero, el pregón de mañana en su Pedrosa de Río Úrbel.