Antonio Pérez Henares

LA MAREA

Antonio Pérez Henares

Escritor y periodista. Analista político


El futuro es la hoguera, y ya está aquí

05/09/2023

La verdad es una antigualla despreciable y la razón un desperdicio inútil. El engaño, la manipulación, la cochina mentira envuelta celofán y la más pútrida bazofia anunciada como exquisito manjar son los dogmas de fe. De obligado cumplimiento además, porque si te resistes a comer y alabar la mierda, el apestado eres tú y quedas excluido de la bondad universal. Dejas de ser un "humano" y te conviertes en sabandija cuyos derechos como tal te han quedado expropiados. Esto es lo que ya estamos viviendo, sin enterarnos y los rebaños aplaudiendo como hacen las claques, exactamente igual, porque viene a ser lo mismo, en los programas de televisión. Y si no, se los enlata y ya está.
Y esto solo es el principio de los tiempos que están por venir. La fórmula es muy sencilla. Basta con bautizar la peor infamia, la más repulsiva traición, el delirio más disparatado, la peor violación de la libertad, el aplastamiento de la igualdad y la rendición más total con palabras hermosas que encubren lo que en esencia y ser lo contrario de lo que proclaman.
Así, el progresismo es convertir a quienes fueron parte o cómplices y ahora herederos de la más asesina organización terrorista, que ni hace siquiera la pamema de decir que se arrepiente, sino que saca pecho y hace héroes a los criminales en dilectos amigos de la paz y queridos aliados por un mundo mejor.
Es ahora progresismo la imposición a la fuerza de una lengua y extirpar otra (se pretende que hasta del pensamiento) así como el acoso, la amenaza y la exclusión al gueto de quienes no acepten la supremacía de los raciales impositores. Progresismo es hoy descuartizar el principio de igualdad entre los ciudadanos y decirnos encima que así vamos a ser mucho más iguales. Ahora los progresistas son los filoterroristas y los separatistas. Y quienes se nieguen a acatar el decreto y no aplaudir con las orejas, fascistas de manual.
Y esto es solo un botón, pues se puede seguir dando ejemplos en todos y cada unos de los aspectos de nuestra vida cotidiana y hasta de los que afectan a nuestra intimidad. Nos imponen la mayor estabulación ideológica, nos persiguen con la más feroz inquisición por intentar ejercer nuestra libertad de opinión y expresión y si rechistamos nos condenan pues estamos conculcando los mandamientos de la virtud interestelar que a ellos les ha sido revelada y que se ven obligados a aplicarnos por nuestro bien. Y si no con esas, pues aplastamiento y muerte civil. Por el progreso de la humanidad, sabe usted.
La diferencia entre los buenos y los malos, entre el progreso y la fosa séptica es ser de "los nuestros" o no serlo. No vale siquiera no ser ni querer estar con ninguno. Y ¡cuidado! Hay juicio sumarísimo diario y con cambio de normativa según convenga. O mejor, dependiendo no del que sino del quien eres. Lo mismo en según quienes puede ser motivo de palmada y arrumaco o convertirse en prueba irrefutable de perversión y ser paseado embreado, emplumado y escupido por los foros, ahora pantallas, hasta ser arrojado a las llamas mientra el pueblo clama ¡hoguera, hoguera, hoguera! Y ser ya y para siempre el villano más peor y ser elegido por ello para el escarmiento general.
Pongamos que hablo de ese tal Rubiales, un zafio personaje, que en su debe tiene de todo y nada bueno, corruptelas, enjuagues, trinques y palanganas, pero al que ahora se ha convertido en el criminal más criminal de todos los criminales que en el mundo hay y si no lo dices a voces y van con la tea en la procesión, ¿eres que?. Un fascista, claro. ¿qué vas a ser si lo defiendes?. Y aunque no lo defiendas y te parezca mal pero no quieras sumarte al linchamiento.
Si fueras un etarra con veinte asesinatos, un prófugo de la justicia responsable de un golpe anticonstitucional o el tipo ese, presunto, aunque confeso, asesino y descuartizador de su amante, eso puede tener un pase, una excusa y compasión. Y en los dos primeros caso no solo eso sino ser elevado a los altares y convertido en espejo del pacifismo, la memoria democrática y la progresión más progresista del progreso de la humanidad.
El Mundo Feliz de Husley y La Granja, de Orwell, ya no son futuro. Ya están aqui. Estamos en nuestro futuro y no nos hemos dado cuenta. Y es tarde ya. Queda rendirse a la abducción general o el exilio interior y personal. Aunque también se puede uno rebelar. Pero eso, se lo aseguro, es en extremo peligroso. Te aguarda la hoguera.

 

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