Solo al andar se hace camino, escribió Antonio Machado, y eso lo saben muy bien los peregrinos que hacen el que tiene como destino Santiago de Compostela. Pero además de andando, el Camino se puede hacer también con los sentidos, con la vista puesta en cada tramo de un paisaje y un paisanaje extraordinarios. Así lo hizo el arquitecto y fotógrafo Santiago Escribano, que ahora ha recibido un reconocimiento internacional, el Premio Pentafinium Jacobeo, en la modalidad de Fotografía, por el libro Haciendo Camino por Castilla yLeón, obra que incluye 430 fotografías y textos escogidos y selecciones por Ovidio Campo. Cuenta Escribano que comenzó el proyecto animado por el éxito de esa maravilla de libro titulado Burgos, luz tamizada que realizó junto a Santos Rivas (y que va por su tercera edición). Durante meses, y momentos distintos del año, cubrió con su cámara todos los tramos de la ruta jaboea a su paso por la región, entre Redecilla del Camino y La Laguna, en tierras bercianas.
«La experiencia fue una maravilla. Lo disfruté mucho», explica Escribano, para quien la clave, más allá de las espectacularidad de las imágenes (que la tienen) es «la manera de mirar». El premiado libro tiene fotografías que no necesitan texto alguno para sobrecoger por su belleza y variedad. Desde la sobriedad amarilla y ocre de la Tierra de Campos a los ubérrimos bosques leoneses. Primavera, verano, otoño e invierno se exhiben con toda la majestuosidad de que es capaz la bendecida tierra castellanoleonesa. Si el paisaje es protagonista en el libro, también lo es el patrimonio artístico, tan inmensamente rico, de la Catedral de Burgos al románico palentino. El paisanaje también se exhibe muestra ubérrimo: por la cámara de Escribano desfilan peregrinos, naturalmente, pero también artesanos (panaderos, boteros, zapateros), hospitaleros y personajes varios que forman también parte del Camino. Y que lo dan sentido.
El proyecto del libro, que está en las librerías al precio de 30 euros (se ha rebajado en 8), hizo que Escribano se enamorara de la magia del Camino, hasta el punto de que ha empezado a hacerlo con sus hijos en fines de semana. «Fotografiar es saber mirar. Yo no tengo una formación técnica, pero sí mucha pasión. Me gustó siempre», explica. Reconoce que la ruta jacobea no tiene desperdicio para quienes aspiran a retratarla con un objetivo. «Es una maravilla. La diferencia entre paisajes es enorme, pero todos tienen una gran belleza», apostilla. Para Escribano, este premio es un estímulo para seguir embarcándose en proyectos. Es más, ya está metido en uno nuevo que volverá a tener como protagonista a la ciudad de Burgos.