Cuando siendo niños, Fidel Torcida, director del Museo de Dinosaurios de Salas, y Alberto Bengoechea salieron, animados por el párroco Francisco Pérez, en una fría mañana de enero de 1975 en busca de restos arqueológicos a El Castro, paraje cercano a Castrovido, no eran conscientes de lo que se estaba iniciando. Hoy, 40 años después de aquella salida, que supuso el origen del Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas (CAS), se puede hablar de un grupo de personas que se dedican en cuerpo y alma a la investigación y a la difusión de la riqueza paleontológica de Salas y su comarca.
El nombre de esta zona burgalesa, gracias a su trabajo, ha aparecido en prestigiosas revistas científicas, donde han publicado importantes hallazgos, como las huellas de Costalomo, únicas en el mundo, o donde han descrito nuevas especies. Y todo ello de forma altruista, cediendo su tiempo libre para estudiar, divulgar y poner en valor un patrimonio que dinamice la economía salense y del territorio del sureste burgalés.
El CAS, formado hoy en día por 12 socios activos, aunque en los libros de socios aparecen varias decenas, y presidido por Diego Montero Huerta, que llegó a él en 1984 con apenas 10 años, se centró en sus orígenes en la arqueología. En 1977 encontraron, por casualidad, el primer hueso de dinosaurio fosilizado. Ya por aquel año comenzó a aparecer la idea de crear un museo con todo el material recogido, que se exponía en su sede. «A partir de 1986 fue cuando nos volcamos en los dinosaurios, tras la publicación en 1983 de una espina ósea de Polacantus, cuya réplica se expone en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Al obtener los permisos, excavamos en el yacimiento de icnitas de Regumiel y en el de Costalomo de Salas. La gente conocía este último pero no se le daba importancia. Sabíamos que era especial, pero hasta el 2003 no supimos cómo se había formado», explica Montero, quien recuerda que el yacimiento está compuesto por más de 200 huellas únicas, que en la actualidad está cubierto para que no se deteriore y que desde 2005 formó parte de una candidatura formada por seis comunidades autónomas y Portugal para que fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y que, finalmente, se desestimó más por razones administrativas que de importancia científica.
Durante los últimos años de la década de los ochenta y toda la década de los noventa, los miembros del CAS centraron su trabajo en buscar yacimientos de huellas y de restos fósiles, en catalogar piezas descubiertas y en la creación del actual Museo de Dinosaurios. Una vez que este abrió sus puertas en 2001, comenzó a preparase la primera excavación más en serio. Esta fue en el verano del 2002 en el yacimiento Tenadas de los Vallejos II y dio como resultado el descubrimiento de importantes restos que permitieron la descripción de una nueva especie: Demandasaurus darwini. «Durante los siguientes seis años hicimos campañas de prospección para localizar yacimientos. En la actualidad tenemos controlados más de 300, y más de 200 contienen restos fósiles de dinosaurios», afirma. Algunas de las especies descubiertas sirven para denominar rutas o etapas de la marcha deportiva homónima, que se celebra en Salas en octubre.
A lo largo de sus 40 años de historia, los miembros del CAS han realizado una importante labor de estudio y difusión a través de diferentes vías: han excavado y consolidado yacimientos de icnitas, como el de Mambrillas de Lara o Quintanilla de las Viñas, haciéndolos accesibles a las visitas; han participado en excavaciones internacionales; han impulsado la creación de la Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León; han publicado más de 100 artículos en revistas científicas; y han facilitado piezas para muestras temporales en importantes museos.
Además, el colectivo organiza durante todo el año charlas, talleres, monólogos, concursos, rutas guiadas o semanas de la ciencia. Desde septiembre de 1999 organiza el único congreso internacional monográfico sobre dinosaurios que se celebra en España. «Lo mejor de la paleontología mundial ha estado en Salas de los Infantes. Los británicos que hacen los programas de la BBC, los que trabajan en universidades americanas y asesoran a Spielberg y muchos expertos de todos los continentes, además de los españoles más reconocidos», señala Montero.
Este 2015, con motivo de la celebración de su 40 aniversario, el CAS ha tenido una actividad más frenética que la habitual en cuanto a la organización de actividades culturales, algunas de ellas en torno a la ciencia y a la paleontología, pero otras relacionadas con la música, mediante la programación de conciertos ofrecidos por reputados músicos. Todo ello, como recuerda su presidente, subsistiendo a base de subvenciones y gracias al reparto de las tareas y a la buena disposición de todos sus miembros. Ya casi finalizado el 2015, el CAS se encuentra también de lleno, en colaboración con la Asociación Sad Hill, en la preparación de los actos de conmemoración del 50 aniversario del rodaje de la película El bueno, el feo y el malo.
En cuanto al futuro, desde el CAS señalan que queda mucho trabajo por hacer. «Al menos un par de veces por mes la prensa solicita información sobre los dinosaurios de Salas, así que seguiremos en la brecha, independientemente de quiénes ocupen las administraciones, trabajando por difundir el nombre de Salas a nivel nacional e internacional y contribuyendo, con nuestro granito de arena, a mejorar la calidad de vida y a generar riqueza que repercuta en nuestro territorio rural».
El Museo que no llega
El Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes cobija en su almacén impresionantes piezas que importantes museos pagarían por exhibir en sus salas, una escápula de dos metros o un fémur de 1,5 son solo algunos de los ejemplos. El motivo de que se encuentren en el almacén, sin exponerse, no es que esos ‘tesoros’ se quieran mantener en secreto, sino única y exclusivamente la falta de espacio para exponerlos. Por esta misma causa, miles de restos fósiles de dinosaurios duermen aún en más de 200 yacimientos de la comarca localizados, pero no excavados.
Desde el CAS lo tienen claro: no se excavarán más yacimientos hasta que no haya espacio para poder trabajar con los restos obtenidos y para mostrarlos. La construcción del nuevo museo de dinosaurios en Salas no es ningún capricho, es una necesidad que supondría un importante desarrollo para toda la comarca y es también una constante pelea del CAS.
«Pedimos un museo acorde con la riqueza paleontológica que hay en Salas y su comarca. Con un taller de restauración en condiciones, almacén y un amplio espacio para exponer. Algunas propuestas que la Junta de Castilla y León nos ha hecho llegar se quedarían pequeñas nada más inaugurarlas», explica Diego Montero, que recuerda por qué durante los últimos ocho años las campañas de verano se han centrado en localizar, destapar y consolidar yacimientos de huellas. «Año tras año nos tenemos que centrar en las icnitas, por falta de espacio no podemos custodiar como se debe los huesos y restos fósiles que esperan su turno en el monte. La competencia en materia del patrimonio cultural corresponde a la Junta de Castilla y León, que no ha realizado ninguna inversión acorde a la riqueza paleontológica de la zona, lo que está impidiendo generar una importante cuantía económica en torno a este recurso», señala.
En el año 2001 se abrieron las puertas del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes, ubicado en un bajo propiedad del Ayuntamiento y donde se exhibe la colección que el CAS ha donado al municipio. Sus estancias han sido recorridas por más de 165.000 personas, con una media anual que multiplica por seis la población de Salas. Entre otras, sus vitrinas albergan holotipos (piezas únicas en el mundo que han servido para describir especies) de dinosaurios como el Demandasaurus darwini; lagartos como Arcanosaurus ibericus; o tortugas como Larachelus morla, y nuevas especies que se describirán en los próximos meses.