Los jóvenes también cantan

ALMUDENA SANZ
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Nace un nuevo coro mixto al amparo de la Catedral para cubrir el vacío de edad que hay entre los Pueri Cantores y la Coral de Santa María. Las puertas se mantienen abiertas para los interesados

Amador Pérez Arnaiz dirige los ensayos de esta nueva formación, que tienen lugar los viernes por la tarde en el local de Nuño Rasura, 9. - Foto: Patricia

Querer cantar es el único requisito para entrar en la coral juvenil, aún sin nombre, creada al amparo de la Catedral. Y Julia Arribas, 12 años a punto de cumplir los 13, se moría por cantar desde hace tiempo, pero no había visto la oportunidad, y José Miguel Hernández, de 16 años, descubrió en un campamento que eso de cantar se le podía dar bien, y se apuntó, aunque no lo hizo solo, sino con su madre, Nataly Arcila, de 36 años, que siempre anda canturreando en casa. Para los que ya tienen tablas en eso de la interpretación vocal, como Eduardo Hernández (15 años), Adrián Abia (20 años) y Ricardo Fernández (18 años), aparece como la posibilidad de seguir con una pasión truncada tras dejar la escolanía (el primero compagina ambos conjuntos). 

Todos son bienvenidos a este proyecto que cubre el vacío musical que quedaba en el templo Patrimonio de la Humanidad entre los Pueri Cantores, niños, y la Coral de Santa María, adultos. Las puertas siguen abiertas. Los ensayos son los viernes de 18.30 a 20.30 horas, en la primera sesión fueron siete, en la segunda, la pasada semana, ya alcanzaron los 12. El boca a boca funciona. 

«Queremos a personas a quienes les guste y disfruten cantando. No hace falta que lo hayan hecho antes o sepan. Aquí van a recibir conocimientos y a aprender trucos», expone Amador Pérez Arnaiz, su impulsor y director, que tras dejar atrás la pandemia ha lanzado esta iniciativa que le rondaba desde antes y cuenta con la bendición del arzobispo, Mario Iceta. Vive esta aventura acompañado de Nerea Esperanza Cuadrado Hernández, subdirectora, y Tania Ortega Torres, maestra de canto, una ayuda esencial, sobre todo para los nuevos.

A esas incorporaciones les sobran ganas. Tras dos sesiones, Julia Arribas se muestra encantada, por conocer a gente nueva y por descubrir todas las posibilidades de su voz. «Ya me han enseñado a respirar bien, hinchar la barriga, llegar a las notas más altas, relajar la lengua, posturas...», enumera esta joven que sueña con ser cantante. Dotes artísticas, aunque teatrales, ya tenía José Miguel Hernández, que se empeñó en entrar en un coro tras maravillarse con la voz de tres compañeros en un campamento estival y, curiosamente, comparte la experiencia con su madre. «Cuando vi el cartel en el María Madre, pensé que su deseo se había cumplido. Cuando él me dijo 'mamá, cantemos juntos'... ¡Pues claro!», relata. 

No ponen límites a la edad ni al repertorio. Abarcarán el sacro y el profano, de espirituales negros al Madre Tierra, de Chayanne, o Pan de vida nueva, canto de comunión de Marco Frisina. «Queremos que todo lo que emprendamos sea atractivo para ellos y disfruten, sin dejar de lado que es una coral de la Catedral y tenemos que hacer música litúrgica», se explaya el director y observa que el plan es que las tres corales de la Seo canten juntas el día del Corpus Christi. «Que sepan lo que es la vida de la Catedral, que ellos se sientan identificados con ella y que, a su vez, la gente los identifique con ella», agrega feliz de que el proyecto haya echado a rodar y los jóvenes tengan un lugar donde cantar. Ahora mismo en la ciudad son pocas las opciones. 

Esa falta de alternativas hizo que Adrián Abia estuviera tres años sin cantar tras ocho en los Pueri Cantores. «Tenemos una pasión que es cantar y duele cortar de repente, solo por ser mayor», lamenta. Habla por él y por Ricardo Fernández, que nada más salir sí se quitó la espinita metiéndose en la Coral de Ibeas, también con Pérez al frente y donde baja la media de edad. Esto es distinto. ¿Expectativas? «Que esto salga adelante y nos lo pasemos todos genial», convienen y advierten el colorido que da al grupo la presencia de voces femeninas, aún ausentes en la escolanía: «Mola mucho». 

Doblete hace igualmente Eduardo Hernández, aquí y en los Pueri. ¿A quién quiere más? «En cada una hacemos cosas distintas», responde prudente y satisfecho con ser parte de ambas.