La pluma y la espada - Pedro López de Ayala

El digno canciller, guerrero y satírico poeta de Castilla


El instruido autor vitoriano de ‘Rimado de palacio’, que refleja muchos de los conflictos de la mitad del siglo XIV, perteneció a la Corte de Pedro I el Cruel y también a la de los Trastámara

Antonio Pérez Henares - 20/02/2023

Pedro o Pero era hijo de Fernán Pérez de Ayala y sobrino nieto del cardenal Pedro Gómez Barroso, de gran influencia en su tiempo y cercano a la Corte papal de Aviñón. Él alcanzó a su vez las dignidades de Señor de Ayala y Salvatierra y camarero mayor del Rey Pedro I el Cruel. Títulos que mantuvo y acrecentó cuando se pasó al bando de su hermanastro Enrique I de Trastámara. Ligó su suerte a esta dinastía y llegó a convertirse en Canciller mayor de Castilla. Su casamiento con Leonor de Guzmán, de poderío y apellido incluso superior al suyo, aumentó aún más su influencia en todos los ámbitos. 

 López de Ayala recibió educación acorde a su linaje, con especial influjo del cardenal en lo que concernía a los aspectos morales y religiosos. Él mismo confiesa que en su juventud, su pasión fueron los libros de caballería a los que dedicó mucho tiempo. Ya de viejo, se arrepintió de ello. Así lo recogía en uno de los pasajes del que quizás es su libro más conocido, Rimado de palacio en el que, tras hacer confesión de sus propias faltas y pecados, aprovecha tras ello para no dejar títere con cabeza de esa época. Ni de cortesano, ni de clérigo, ni de cristiano viejo ni de judío converso, aunque hubiera larga amistad con uno de estos últimos, el poeta castellano Pedro Ferrús.

Plogome otrosí oír muchas vegadas libros de devaneos, de mentiras probadas; Amadís e Lançalote, e burlas escantadas, en que perdí mi tiempo a muy malas jornadas.

Aquellas lecturas y aquellos años de juventud los disfrutó en la Corte del Rey Pedro I, del que fue paje y al que acompañó en actos relevantes, como el de la rocambolesca boda con la sobrina del rey francés, Doña Blanca de Borbón. Si creemos el testimonio de su también muy letrado sobrino, Fernán Pérez de Guzmán, se puede decir que López de Ayala fue un galante y cumplido caballero. Este es el retrato, indudablemente afectuoso, pero el más completo que de su persona y haceres ha llegado hasta hoy. No se pierdan la última frase:

«Fue este don Pero López de Ayala alto de cuerpo, e delgado e de buena persona, hombre de grant discriçión e abtoridad, e de gran conseio así de paz como de guerra. Hobo grant lugar açerca de los reyes en cuyo tiempo fue, ca, seyendo moço, fue bienquisto del rey don Pedro; e, después, del rey don Enrique el Segundo fue del su conseio, e amado dél. El rey don Johán e el rey don Enrique su fijo fizieron dél grande mençión e gran fiança... Fue de muy dulçe condiçión e de buena conversaçión, y de gran conçiençia e que temía mucho a Dios. Amó mucho las çiençias, diose mucho a los libros e estorias, tanto que, como quier que él fuese asaz caballero e de gran discriçión en la plática del mundo, pero naturalmente fue muy inclinado a las çiençias; e, con esto, grant parte del tiempo ocupaba en el leer e estudiar, non en obras de derecho, sinon Filosofía e estorias... Amó mucho mugeres, más que a tan sabio caballero como él se convenía».

Generaciones y Semblanzas de Fernán Pérez de Guzmán.

El sobrino biógrafo apunta también un elemento determinante en su vida y en la de la nobleza castellana en aquellos convulsos tiempos de guerra entre los hermanastros Pedro y Enrique. Resultando la muerte del primero a manos del segundo en el campo de batalla, junto al castillo de Montiel (Ciudad Real). 

Pedro López de Ayala, el digno canciller, guerrero y satírico poeta de Castilla Pedro López de Ayala, el digno canciller, guerrero y satírico poeta de Castilla Alguacil mayor de Toledo

López de Ayala fue paje de Don Pedro, apodado Justiciero por la plebe y Cruel por los adversarios, cuando ya tenía cumplidos los 20 años en la Corte de Toledo, después se unió con otros nobles en su contra. Entre otros motivos, tuvo como detonante la situación en que Pedro I había dejado a su esposa francesa, a la que había encerrado en el castillo de Sigüenza (Guadalajara) tras haber consumado carnalmente el matrimonio y abandonado a los dos días exactos de su enlace para acudir al encuentro y permanecer al lado de su amante María de Padilla. La revuelta contra el Rey (1354) fracasó y Ayala volvió de inmediato al redil y a su gracia. Tanto que le dio el mando de capitán de la flota castellana en la guerra contra el rey aragonés Pedro IV. No hay detalle de hazañas reseñables, excepto su presencia junto al monarca saliendo de Ibiza en el castillo de proa de la galera Uxel (1359). Fue premiado con el puesto de Alguacil Mayor de Toledo. 

 Permaneció a su lado durante bastantes años e incluso cuando la rebelión arreció y Don Pedro huyó hacia el sur abandonando Burgos. Fue de los pocos nobles que lo acompañó. Pero las posteriores y violentas acciones del rey, asesinando a multitud de aristócratas a quienes hacia ajusticiar tras haber recogido sus faltas en el terrible memorial de agravios del que se valió para acusarlos y acabar con ellos. Según muchos testimonios, prevalecía el rencor sobre la justicia e hizo que Pedro López de Ayala, su padre y toda la familia cambiaran de bando y reconocieran al Trastámara como legítimo soberano, al igual que la gran mayoría de los nobles castellanos con el nombre de Enrique II de Castilla. Ayala escribiría en su famoso Rimado de Palacio esta sentencia para la historia:

Por el rey matar omnes, non llaman justiçiero,/ ca sería nombre falso: más propio es carniçero.

 

El príncipe negro

El cambio estuvo a punto de costarle la vida, pues la guerra entre ambos dio un vuelco. Pedro I consiguió el apoyo inglés y el entonces  heredero de la Corona, Eduardo de Woodstock, el Príncipe Negro (1330-1376), llegó con potentes tropas y derrotó en la batalla de Nájera (La Rioja) en 1367 a los partidarios de Enrique. Pérez de Ayala fue cogido prisionero. Tuvo la suerte de que fuera el inglés quien lo capturara, pues de haber sido el rey lo habría dejado al instante sin cabeza. El Príncipe Negro exigió un gran rescate a su familia, y pagado este lo puso en libertad a los seis meses. Le dio tiempo a llegar a Burgos y a realizar la entrada victoriosa en la capital castellana de Enrique, que había vuelto a inclinar la guerra a su favor con el apoyo de los franceses y de las compañías blancas del feroz Beltrán de Duguesclein.

Pedro López de Ayala, el digno canciller, guerrero y satírico poeta de Castilla Pedro López de Ayala, el digno canciller, guerrero y satírico poeta de Castilla Comenzaron entonces a lloverle a Pedro López las mercedes del Trastámara: le otorgó la villa de Arciniega y le confirmó la posesión de los valles de Llodio y Orozco. Más tarde fue nombrado alcalde mayor y merino de Vitoria y un año después alcalde mayor de Toledo. Era ya miembro del Consejo Real y la confianza del rey lo llevó a viajar como embajador suyo a Francia, donde negoció una alianza contra Inglaterra, pues ambos países estaban enzarzados en la Guerra de los Cien Años. Los viajes le permitieron ampliar su biblioteca y se hizo traducir textos del historiador romano Tito Livio, y obras de Giovanni Bocaccio. 

Pensión vitalicia

A la muerte de Enrique II, Pérez de Ayala siguió siendo hombre de confianza de su sucesor Juan I de Castilla, quien le amplió los privilegios otorgados por su padre. En 1382 estuvo en Francia aconsejando a Carlos VI en la batalla de Roosebeke contra los anglo-flamencos, con tanto tino que éste lo acogió como miembro de su guardia personal formada por 11 escogidos caballeros y le otorgó además una pensión vitalicia de mil monedas de oro tanto para él como para su hijo primogénito. El rey de Castilla, también satisfecho por cumplir con su cometido en la corte gala, le dio la villa de Salvatierra en Álava.

 Uno de sus peores disgustos vino cuando el Rey castellano disputó a Juan de Avis, elegido como monarca por los portugueses, la corona lusa a la que creía tener más derecho. Ayala no quería la guerra pero tuvo que participar y sufrió la imprudencia y soberbia de los jóvenes cortesanos castellanos que acabarían dando lugar al desastre de Aljubarrota (1385) Peleó con gran coraje pero acabó preso y cubierto de heridas («quebrados dientes y muelas») y sufriendo cautiverio en los castillos de Leiría y Óbidos, en Portugal. Mientras llegaba su rescate dedicó el tiempo, alrededor de dos años, en escribir otra de sus obras más reconocidas Libro de la caza de las aves y siguió avanzando en Rimado de Palacio. Su libertad costó 30.000 doblas.

Pedro López de Ayala, el digno canciller, guerrero y satírico poeta de Castilla Pedro López de Ayala, el digno canciller, guerrero y satírico poeta de Castilla  De nuevo en la corte, negoció la paz entre Castilla e Inglaterra, propició la boda del hijo de Juan I, luego Enrique III con Catalina de Lancáster y a él se debe también, la institución del todavía vigente título de Príncipe de Asturias para los herederos de la Corona de Castilla y ahora de España. 

Como colofón a sus actividades diplomáticas logró, siendo parte del Consejo de Regencia en la minoría de edad de Enrique III, la firma (1392) de la paz con Portugal. Alcanzada la mayoría decidió retirarse y dedicarse a las letras. Pero el monarca aún le hizo retornar a la Corte en 1398 para nombrarle canciller mayor del Reino, cargo en el que permaneció activo hasta su fallecimiento en la localidad riojana de Calahorra en el año 1407, a los 75 años de edad.