Se disparan las bodegas de la Ribera que venden vino ecológico

L.N. / Aranda
-

Si en 2022 había 23 empresas con viñas certificadas, en este momento la cifra se eleva a 41. A ellas se suman otros tantos viticultores repartidos por toda la comarca y con la previsión de seguir creciendo

Félix Marina, junto a su padre, en los viñedos que trabaja en la localidad de Hoyales de Roa. - Foto: DB

La viticultura ecológica gana fuerza ejercicio tras ejercicio. Así lo respaldan los datos. Si en 2022 había 23 bodegas adscritas a la Denominación de Origen Ribera del Duero que comercializaban vino certificado como ecológico, en estos momentos la cifra prácticamente se ha duplicado al situarse en 41, según el registro del Consejo de Agricultura Ecológica de Castilla y León (Caecyl), lo que supone un aumento del 78%. Mayor aún resulta el crecimiento si se compara con las inscripciones de 2018, cuando apenas cinco bodegas contaban con viñas certificadas en la Ribera del Duero. Así las cosas, en solo cinco años, se ha producido un incremento del 720%. Y, según indican fuentes del sector, todo apunta a que este tipo de producción respetuosa con el medioambiente seguirá creciendo por varios factores: su auge en un consumidor más concienciado, las buenas condiciones climáticas de la comarca y la demanda alcista del mercado. 

Una evolución que también se refleja a nivel nacional. Según las estadísticas del Ministerio de Agricultura, España afianza su posición como líder en superficie de viñedo ecológico, con un crecimiento del 33% en la última década. En 2022, el aumento superó el 8,3% hasta alcanzar un total de 142.176 hectáreas de viñas plantadas y cultivadas bajo la conciencia de mantener la fertilidad del suelo a largo plazo, incrementar la biodiversidad y minimizar el uso de químicos. Asimismo, de acuerdo con los datos de Agricultura, cabe destacar que esas 142.176 hectáreas suponen un 15% de la superficie total dedicada al viñedo en todo el país, frente a las 79.014 hectáreas que había hace una década. 

En el caso de la Ribera del Duero, a las 41 bodegas con viñas certificadas en ecológico se suman multitud de viticultores, cuyas parcelas de cultivo se reparten por localidades como Adrada de Haza, Hoyales de Roa, Baños de Valdearados, Aranda de Duero, Quintana del Pidio, Coruña del Conde, Fuentecén, Gumiel de Mercado, La Aguilera, La Horra, Pedrosa de Duero, Roa de Duero o Sotillo de la Ribera. En líneas generales, las bodegas coinciden en que esta modalidad les abre más puertas a nivel comercial.  

Jose Félix Callejo a pie de viña en Sotillo de la Ribera.Jose Félix Callejo a pie de viña en Sotillo de la Ribera.

Para que un vino sea reconocido como ecológico debe cumplir, entre otros aspectos, con dos premisas: estar elaborado con uvas procedentes de un viñedo ecológico y que la bodega donde se transforma esté certificada como tal. A ello se suma un seguimiento anual, visitas de control y tomas de muestras. Pese a que hay bodegas que elaboran sus caldos bajo prácticas respetuosas, solo los vinos con la etiqueta que lo certifique se pueden comercializar como ecológicos. 

Félix Marina | Gerente de Feliz Compañía Vinícola

«Logramos vinos auténticos en un mercado al alza»

Félix Marina lo tuvo claro desde el principio. El 100% de sus vinos serían ecológicos. Dicho y hecho. Lo argumenta en base a dos factores: el mayor cuidado del campo y la elaboración de caldos «más naturales». Así han nacido y crecido sus blancos de la variedad albillo mayor Feliz, Más feliz que una perdiz, Requetefeliz y Feliz Skins, un vino naranja que se elabora tradicionalmente con las pieles, «como se hacían antes los tintos, pero en blanco». Según explica, fermenta con el hollejo un mes y medio, luego reposa en la barrica 18 meses y de ahí pasa a la botella, «sin sulfuroso y con una mínima intervención». 

Marina defiende que la viticultura ecológica permite tratar el viñedo con un respeto diferente y, después, los vinos que se elaboran «son de verdad, más exclusivos, dejas que se exprese la viña». En este sentido, el viticultor y responsable de Feliz Compañía Vinícola remarca que con esta práctica «logramos vinos auténticos» y, en paralelo, el mercado registra «una tendencia al alza de los productos ecológicos». Tanto es así, que según indica Marina, «hay muchos restaurantes que sólo quieren vinos ecológicos». 

Ante estas circunstancias, vaticina que la viticultura ecológica «irá a más, no sólo por lo comercial, sino también porque tenemos que cuidar nuestro patrimonio natural. Va a ser mejor para el consumidor, para el ecosistema y para las generaciones futuras. Tenemos que ser sensatos con el medioambiente y cuidarlo porque es lo que les vamos a dejar a nuestros hijos», sostiene rotundo. 

En la actualidad, cuenta con cinco hectáreas en la localidad de Hoyales de Roa, todas en vaso y todas en ecológico.

Noelia y Jose Félix Callejo | Enólogos en Bodegas Félix Callejo

«Tenemos un clima ideal para la viticultura ecológica»

La segunda generación en Bodegas Félix Callejo ha imprimido cambios notables. Corría el año 2000, cuando Jose Félix, enólogo principal, decidió eliminar los herbicidas. Como detalla su hermana Noelia, también enóloga, tras haberse formado durante varios años fuera de España, se dieron cuenta de que lo más importante, obviamente, es el viñedo y, por ello, comenzaron a trabajar en ecológico. «Para nosotros implica una filosofía de trabajo más respetuosa», subraya, mientras apunta que esto también «implica conocer mucho más el viñedo y trabajar más, pero a la larga resulta mucho mejor para la sanidad y la estabilidad de la viña» puesto que así «los suelos no se contaminan y están más vivos, que es lo que buscamos». 

Preguntada por las ventajas de practicar la viticultura ecológica en Ribera del Duero, Callejo destaca que se dan a todos los niveles y defiende convencida que «no tiene ninguna desventaja». En este sentido, sostiene que «estamos en una zona vitícola privilegiada. Tenemos un clima ideal, así que me sorprende que no haya más». 

En su caso, con 54 hectáreas en Sotillo de la Ribera, empezaron aplicando técnicas de agricultura ecológica y después han ido certificando. Cuentan con un vino de parcela certificado desde 2008 y todos los caldos de la añada de 2022 saldrán como ecológicos. A nivel comercial, esta apuesta lleva aparejada otro factor clave: se abren más puertas. «Sin duda, comercialmente es más interesante», remarca Callejo. Ellos exportan en torno a un 60% de sus caldos, sobre todo, a países nórdicos. «Allí es un plus, se valora», agrega. Tampoco se olvida del tema cultural. «Cuando empezamos, incorporábamos palos de poda en lugar de quemarlos. Se veía como una aberración porque nunca se había hecho. Ahora cada día hay más jóvenes, que han viajado y eso te abre la mente», valora.