La eliminación del descuento de 20 céntimos por litro de carburante que mantenía el Gobierno para la inmensa mayoría ha traído consigo un encarecimiento del precio de los combustibles. Aunque la medida sigue en vigor para ciertos sectores -transportistas, agricultores, navieros y pescadores y también los titulares de una tarjeta de transporte (taxis, ambulancias, autobuses...)- lo cierto es que si comparamos los precios entre el 31 de diciembre y ayer 8 de enero la variación es real.

Tras un 2022 lleno de vaivenes por culpa del estallido de la guerra entre Ucrania y Rusia, desde el puente de Todos los Santos (31 de octubre) las estaciones de servicio estabilizaron el valor del litro, tanto de gasoil como de gasolina. La caída se empezó a intensificar en noviembre y se volvió a normalizar con el inicio de las Navidades, aunque con los paneles reflejando unos precios 15 céntimos más baratos.

Sin embargo, la conclusión de la medida gubernamental para mitigar el impacto del conflicto armado ha derivado en un alza: la gasolina ha sido la que menos ha acusado de media el cambio de año, pasando de los 1,639 euros el litro el 31 de diciembre a los 1,668 de ayer. El diésel, por su parte, vale 5 céntimos más: 1,689 vs. 1,738. Tras las dos últimas jornadas del 2022 llenas de clientes, que acudieron en masa a las gasolineras para llenar sus depósitos y aprovechar las últimas horas de descuentos, la mañana del 1 de enero la actividad fue prácticamente residual. Es más, curiosamente donde más se está notando el aumento del precio es en las llamadas estaciones de servicio low cost o de bajo coste.

Repostar con gasolina un tanque de un coche de 55 litros cuesta de promedio en la provincia de Burgos 91,74 euros, casi dos más que el año pasado. El gasoil, mucho más volátil que la gasolina dada su mayor demanda para otros usos, vale 3 euros más en tan solo una semana.

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