De ciento en viento se hacen públicas unas encuestas en las que preguntan a unos cuantos fulanos con qué personaje famoso se irían de cañas. Siempre he tenido la curiosidad de ver cómo se realizan estas encuestas y el tipo de sujetos que la responden. Básicamente para saber si lo plantean como una hipótesis que nunca se hará realidad o si entras en un sorteo ante notario en el que tienes la posibilidad de, efectivamente, conocer al tipo al que eliges para echar una cerveza. 

Esas encuestas las carga el diablo. Nada menos recomendable, en mi opinión, que tratar de conocer la persona detrás del mito. Una vez, en el metro de Londres, compartí barra de sujeción con un tipo que se montó en la parada de Waterloo. En un vistazo rápido solo pude ver que llevaba barba y pelo largo, estaba enfundado en una gabardina gris y  sumergido en su teléfono móvil. La gente alrededor cuchicheaba. Le preguntaron un par de veces si en realidad estaba muerto y él apenas levantó la cabeza e hizo un par de muecas a modo de respuesta. Yo no entendía nada. El vagón estaba lleno y, cuando intenté bajarme en mi parada, le llamé sin éxito tres veces para que me dejara salir. Su espaldarazo fue la respuesta. Cuando por fin logré salir, me giré para afearle su actitud. Resultó que era Kit Harington, personaje que daba vida a Jon Snow en Juego de Tronos. Larga vida al Rey, pensé irónico. 

No, las cañas no se reservan para los famosos. Debería estar prohibido incluso preguntar por ello. Pobre del que eligiera a Maradona en su día, por ejemplo. Contaba Gay Talese en un reportaje de Retratos y Encuentros que «Sinatra con catarro es Picasso sin colores o un Ferrari sin gasolina, sólo que peor». Nada peor que hurgar en el armario de tus héroes. A saber qué encuentras.