Arranca un proyecto ambiental con 53 usuarios de ocho pueblos

Ó.C. / Miranda
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Naturalia-Aspodemi recoge los restos orgánicos «puerta a puerta» y atiende a mayores de 65 años. Para ampliar el programa solicitan 158.000 euros al Consorcio Provincial de Residuos

El proyecto ya ha arrancado con vecinos de más de 65 años. - Foto: DB

El mundo rural obliga a buscar soluciones imaginativas. Con este principio, Aspodemi creó Naturalia Bureba, una empresa nacida para gestionar los residuos orgánicos de pueblos de menos de 300 habitantes y hacer compostaje, pero sin olvidar la parte social. El proyecto ha comenzado precisamente por esta vertiente, ya que desde hace una semana la entidad recoge «puerta a puerta», los restos de 53 vecinos de ocho pueblos de la mancomunidad Desfiladero y Bureba. Todos los usuarios tienen más de 65 años y reciben una atención en el proceso. Así, cristaliza la primera pata de un programa ambicioso, donde el siguiente paso implicaría gestionar al completo la basura orgánica de los pequeños municipios, para lo que se ha pedido al Consorcio Provincial de Residuos 158.000 euros.

El técnico de Naturalia Bureba, Álex García, y el presidente de la mancomunidad, Juanma Ramos, explican que la idea podría extrapolarse a otros lugares. Con ese dinero, colocarían en cada núcleo de la mancomunidad composteras, «que servirían para tratar los residuos orgánicos», apunta García, en lugar de instalar el quinto contenedor. De esa manera abrirían el círculo, aunque por ahora el arranque piloto pasa por acudir a cada casa de los primeros usuarios que residen en Santa Gadea del Cid, Ameyugo, Cubo de Bureba, Encío, Miraveche, Santa María de Ribadedonda, Valluércanes y La Vid de Bureba.

Para comprar un vehículo, adquirir el primer material y contratar a las dos personas de Naturalia Bureba, se contó con los 300.000 euros de la Fundación Cotec.

A partir de ahora, persiguen financiación con la idea desarrollar las islas de compostaje el próximo año en cada pueblo. Para conseguirlo, han llamado al Consorcio, porque entienden que «les damos una solución», y también apuntan que con ese presupuesto salvarían lo más costoso tras adquirir los vehículos o las composteras.

Para obtener esos fondos, García ensalza los buenos resultados del puerta a puerta. «Hemos hecho un recorrido con unos horarios», para que los vecinos se acostumbren, detalla el técnico, quien afirma que no solo cogen el residuo sino que «también les preguntamos si necesitan algo», para cumplir la parte social. Además, llevan un aparato «que te ayuda a medir aspectos como las constantes vitales o la tensión y que pretendemos que esté conectado con su médico», puntualiza Ramos, quien incide en que con este programa «no hace falta que tú estés mal para que te visitemos». 

La basura se destina a una isla de compostaje inicial, aunque reflejan que lo importante es que esos primeros usuarios «sepan muy bien lo que echar o no, y la gente lo está haciendo muy bien», agradece García, quien valora que de esta manera tan personal se cumplen mucho mejor los criterios ambientales. Con estos resultados más técnicos, esperan que el Consorcio vea las bondades del proyecto, porque además si colocan las composteras serían los propios vecinos los que posteriormente se repartirían el fertilizante. Por ahora, sin que esté en marcha, tienen apuntados unos 200 hogares.

El último foco de desarrollo más lejano implicaría la construcción de una planta de lombricompostaje, para recibir esa basura de «los grandes generadores, a los que se les daría dentro de la mancomunidad un lugar donde gestionar sus residuos», matiza García. Para su construcción se piensa en una parcela de Pancorbo, que generaría empleos y también un fertilizante  que comercializar.

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