Nada tiene que ver la estampa de aquel 28 de febrero de 2018 con la de ayer. En ese momento, los vendedores de frutas y hortalizas estrenaban la ubicación del aparcamiento de las Torres después de su traslado desde los bajos de El Plantío. Solo se instalaron cuatro y la afluencia de público resultó muy escasa en un día protagonizado por la nieve caída en la capital. Ayer, con el sol como protagonista, la mayoría de los productores, salvo alguna excepción, ocuparon por primera vez sus puestos recién marcados y asignados por sorteo en el párking exterior del centro comercial Camino de la Plata para recibir a clientes nuevos y veteranos.
A pesar de ser el primer día, el trasiego de clientes fue constante durante la mañana y los vendedores consultados por este periódico coincidían en valorar la jornada de forma más positiva que cualquier miércoles en Las Torres, al tiempo que miraban ya hacia el sábado esperando mayor movimiento y mejores cajas. «Es cuando cobramos las nóminas. Los miércoles cubrimos gastos», sostenía con sentido del humor Alfonso Barrio, procedente de La Rioja, desde donde se desplaza desde hace 40 años.
Barrio aplaudía la nueva ubicación, que consideraba «mejor» que la anterior. Su opinión era compartida por muchos de sus compañeros, al igual que el principal inconveniente de la misma: los problemas de aparcamiento para la clientela. «Al menos se debería dar la posibilidad de poder cargar el vehículo», aseguraba el productor riojano, corroborando su afirmación Epifanio Fernández, procedente del Valle de Valdivielso, y Francisco Bilbao, de Melgar de Fernamental. «El problema es para la gente que viene a comprar en coche», señalaba en primero, mientras que el segundo reiteraba esta dificultad y se mostraba cauteloso sobre la evolución de las ventas.
Además del aparcamiento, Paco Heredero, de Aranda de Duero, consideraba la disposición de los puestos como excesivamente larga para que el público pueda recorrer el mercado entero. Y respecto a la ubicación, señaló que «no es mejor ni peor» sino que el simple cambio supone un periodo de adaptación: «Cuesta cinco o seis meses que vuelva la afluencia de clientes porque al principio no saben dónde estás (...)».
(Más información, en la edición impresa de Diario de Burgos de hoy jueves o aquí)