El proceso de transformación de la parcela donada por la familia Cardenal al municipio de Briviesca en un parque público continúa gracias a los trabajos realizados durante los últimos seis meses por ocho alumnos que participaron en el Programa Mixto de Formación y Empleo y los otros ocho que acaban de iniciar el curso. El terreno de 12.500 metros cuadrados ya se encuentra totalmente despejado de maleza y vegetación, nivelado y preparado para instalar el riego automático, realizar la siembra de hierba y la plantación de arbolado y diferentes especies de arbusto y flor.
Al tratarse de un espacio tan amplio, una vez finalicen las actuaciones, la localidad llegará a duplicar la superficie de zonas verdes con las que actualmente cuenta, en un entorno próximo al río Oca. A su vez, el Ayuntamiento se ha planteado adaptar la zona en la que se encuentra el frontón y una deteriorada pista de tenis en un área de práctica deportiva.
Los estudiantes compaginan las clases en el aula con las explicaciones en el lugar de trabajo, donde próximamente también quitarán el vallado que rodea el recinto y las puertas metálicas de acceso a la finca desde la Epitafia para que el parque quede unido al paseo existente. Una vez que las actuaciones finalicen el equipo de gobierno valorará ideas ya que no se conforman con dejar simplemente un espacio diáfano. «Las dimensiones son inmensas y no se puede quedar como un simple jardín. Merece más usos y haremos un planteamiento y debatiremos lo que se puede hacer», aclara el alcalde briviescano, José Solas.
Respecto a ubicar en el entorno una nueva zona deportiva y ampliar las instalaciones de los polideportivos municipales, las piscinas y las de los diferentes parques, el regidor sostiene que la zona incluida en el área donada se encuentra «bien delimitada del jardín y conserva un frontón». Por el momento desconoce que pasos se darán, si se conservará alguna de las antiguas pistas de juego o si por el contrario se construirán otras. «Nos mostramos abiertos a recibir propuestas porque el terreno tiene muchas posibilidades y puede dar mucho de sí», añade.
Hasta entonces, los ocho afortunados -así se consideran- reciben en horario de mañana formación teórica y práctica en el sector de la jardinería. «Cobran un sueldo, acumulan paro y los contratos de aprendizaje permanecen exentos de la cotización por formación profesional», expone el coordinador del programa, Julio Castrillo, que manifiesta que el área de trabajo se «extenderá a otras de la ciudad que requieren de un pequeño mantenimiento, como los márgenes del río o el entorno de la plaza de toros».
Patricia Cardenal, familiar de los antiguos titulares del terreno, confiesa que participar en la mejora de un lugar en el que ha jugado horas y horas cuando era pequeña tiene un valor sentimental muy importante. A lo largo de su trayectoria laboral nunca había probado en el sector de la jardinería y asegura que la formación teórica es «intensa y aprenderemos cantidad de conceptos». Otro de los alumnos que ha recibido el empujón que necesitaba es Javier Ruiz, que a sus 59 años había perdido la esperanza de volver a trabajar. «El saber no ocupa lugar. Desgraciadamente no hay opción de trabajar en otra parte pero aquí sí y estoy muy contento por ello», comenta.
María del Carmen Ruiz aterrizó de su añorada Venezuela en la capital burebana hace año y medio y hasta ahora no había encontrado un puesto de trabajo y se siente emocionada de tener la oportunidad de mejorar su currículum. Por las venas de Virginia Turrientes corre alma de jardinera. Su padre se dedicó a la herboristería y las plantas le apasionan desde pequeña. Cree que la formación «ampliará el horizonte para encontrar empleo».