Cariño y fuego lento para triunfar en los fogones

C.M. / Burgos
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Feli González y Magdalena Aguilar, cocineras de la peña los felices, llevan más de 40 años participando en el concurso del Buen Yantar.

Feli González y Magdalena Aguilar, cocineras de la peña Los Felices. - Foto: Valdivielso

Siempre se han encargado del avituallamiento en su peña, Los Felices. Mano a mano son capaces de hacer 600 bocadillos para llevar a los toros o 700 tortillas de patata y cortar y asar 400 kilos de morcillas para elaborar los pinchos que se venden en los puestos que se instalan en El Parral el Día del Curpillos o en la Feria del Mimbre y todo ello sin movérseles el delantal. Feli González (71 años) y Magdalena Aguilar (72 años) son el alma máter de todo lo relacionado con el comer. Su buena mano en los fogones les ha hecho merecedoras de al menos 15 premios en el Concurso del Buen Yantar, -el último el año pasado-, en el que llevan participando la friolera de 46 años. Y aseguran que tienen cuerda para rato. 

Sus guisos han sido probados por prestigiosos cocineros, como Miguel Cobo, Isaac Montoya, Antonio Arrabal, Marisol Alonso y Miguel Navarro, cosechando numerosos elogios sin que ellas se den ninguna importancia. Siempre con su sonrisa y su buena disposición, aseguran que se sienten felices haciendo guisos o pinchos aunque luego desaparezcan en un minuto. Pero sin duda su reto está en el Concurso del Buen Yantar, donde el nivel cada vez es más alto. Una semana antes de su celebración se reúnen para pensar el plato que elaborarán en función del ingrediente obligatorio de cada año (este es la miel) y luego se encargan de comprar todo lo necesario para el gran día. Pollo de corral, alubias con codornices, caracoles, guisos con carne de corzo o rabo o patatas a la importancia has sido algunas de sus elaboraciones culinarias merecedoras de premios. Magdalena y Feli aseguran que cuando participan en este concurso cuentan siempre con la colaboración de dos peñistas, «dos hombres», recalcan.

Reconocen que el Buen Yantar ha evolucionado mucho a lo largo de los años y la calidad y la competencia han ido en aumento. Por ello, siempre ponen algún que otro ingrediente que les diferencia de los demás. «Hay que dar un poco de saborcillo a los platos al haber mucha competencia. El nivel es muy alto», asegura Magdalena Aguilar. 
Afirman que cocinan como lo hacían sus madres o sus abuelas recetas tradicionales que siempre hacen las delicias, incluso, de los paladares más exquisitos. «A mi me gusta mucho la cocina tradicional aunque incluyendo alguna novedad», reconoce Magdalena, que subraya que en su caso aprendió las recetas de sus abuelas y también de un tío que era cocinero. 

En el caso de Feli las recetas que pone en práctica son las de su madre. «Yo cocino igual que mi madre, exactamente igual». 

También reconocen que ambas suelen ver el programa MasterChef de TVE, donde copian algunos de los procesos para elaborar las recetas. A ninguna de las dos les cuesta nada cocinar, de hecho Magdalena dedica parte de su tiempo a hacer la comida como voluntaria en la Asociación Atalaya, y también se han encargado de dar de comer a los participantes en la marcha de las peñas, donde hicieron patatas con costillas para más de 500 personas. Y es que no les asusta el número de comensales. «Ya tenemos calculadas las cantidades, aunque haya muchas personas, para que salga rico. Casi es más fácil para muchos que para pocos», aseguran entre risas.

Por el momento, no cuentan con relevo generacional en su peña para que otros u otras tomen el testigo, bien a la hora de hacer los pinchos como a la de participar en el Concurso del Buen Yantar. «Como estamos nosotras... Siempre hay alguien que nos ayuda, pero nadie toma el relevo», afirman. 

Lamentan que a las nuevas generaciones no les guste cocinar o no tengan tiempo y opten por platos precocinados y recuerdan que hay recetas que no se tarda mucho en hacerlas. «Solo tienen que mirar a sus madres e, incluso, en algunos casos a los padres, que hay hombre que cocinan muy bien». Magdalena y Feli aseguran que la tecnología también ha entrado fuerte en la cocina pero nada como las cazuelas de toda la vida, buenos ingredientes, fuego lento y mucho cariño. De esto último ambas ponen mucho y ello tiene premio.