«Lo importante para un director es no encontrarse solo»

B.G.R. / Burgos
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Tras 46 años en la docencia y dos décadas al frente del instituto López de Mendoza, María Luz García Parra dice adiós a una vida laboral de la que se siente satisfecha, aunque reconoce que no está recompensado. Lo que más echará de menos, las clases

García Parra posa en el despacho al que llegó en 2004 después de haber sido coordinadora del Bachillerato Internacional. - Foto: Valdivielso

El instituto con más solera de Burgos atesora 175 años de historia y una matrícula que lo convierte en el centro público de Secundaria más grande la provincia con más de 1.200 alumnos en sus aulas. El sobrio despacho de la Dirección suele estar siempre abierto y, cuando no, contesta desde el otro lado María Luz García Parra. Dos décadas lleva ocupando su silla, tarea complicada en un momento en que la mayoría de las vacantes de este cargo no se ocupan de forma voluntaria. Su trayectoria profesional está marcada por una férrea vocación y un espíritu ambicioso a la hora de plantear mejoras en beneficio de los alumnos. Sin embargo, ha llegado el momento de colgar la bata y despedirse de una segunda casa, el Cardenal López de Mendoza, al que continuará vinculado para poder aportar su experiencia.

Vallisoletana de nacimiento, García Parra aterrizó de joven en Burgos por motivos personales como docente de Lengua y Literatura. Pasó por la Universidad de Burgos, en calidad de profesora asociada, al igual que por la UNED, y llegó al centro ubicado en la plaza Luis Martín Santos en 1987. Sus primeras tareas relacionadas con la gestión fueron las de vicesecretaria para más tarde asumir la coordinación del Bachillerato Internacional, modalidad de estudios que comprenden un currículo global y equilibrado, además de impulsar la movilidad del alumnado.

No me he librado de ninguna ley educativa. Aprovecho para instar a los políticos a que se pongan de acuerdo» 

Recuerda en este punto aquel día en que había trasladado su imposibilidad de asistir al Claustro al tener que realizar las entrevistas para la admisión a estos estudios, cuando recibió una llamada de la Dirección Provincial de Educación en la que se le comunicaba que tenía que ocupar la Dirección. «Me pegué un susto de muerte y se lo comuniqué a los profesores entre lágrimas», rememora de aquel momento. Afortunadamente, asegura que contó con el apoyo y la ayuda de buena parte del anterior equipo para asumir esa sorpresiva labor y menciona expresamente al que fue jefe de estudios Constantino de la Fuente como «mi auténtico mentor, del que aprendí todas las herramientas de este oficio». 

Superado el susto inicial, García Parra aprendió con creces el nuevo cometido y en sucesivas ocasiones optó al cargo, presentando para ello un proyecto de centro, requisito para los aspirantes. «Nunca he tenido contrincantes, pero he sometido al claustro la votación de mi candidatura. He tenido siempre la mayoría de apoyos y por eso me volvía a presentar», subraya, destacando en este sentido la importancia de contar con el respaldo de los compañeros para asumir el cargo.

Siempre he mantenido la ilusión a la hora de implicarme en el proceso de madurez   de los estudiantes» 

Entre recuerdos y repasos a su trayectoria, se detiene en las distintas leyes educativas a las que se ha tenido que adaptar, primero como profesora y después como directora, hasta la actual, la Lomloe. «He bregado con todos los cambios de la administración», resalta, al tiempo que aprovecha el relato de sus vivencias para instar a los políticos a que se pongan de acuerdo en esta trascendental materia, además de censurar el continuo aumento de la carga burocrática «que nos tiene totalmente cansados».

Vínculos. Licenciada en Filología Inglesa y doctora en Filología Hispánica, se muestra orgullosa de su labor en el centro, al que seguirá vinculada para consolidar proyectos que ha iniciado, como es la consolidación del programa de Años Intermedios, una especie de Bachillerato Internacional pero para los alumnos de tercero y cuarto de la ESO. Sus sensaciones actuales nada tienen que ver con aquellas iniciales, de las que se queda con una «tenacidad» que le ha permitido continuar al frente del puesto. «Una cosa que siempre he tenido clara es que tenía que dar ejemplo de compromiso con el resto de compañeros», asevera, sintiéndose «satisfecha» por el trabajo realizado, al igual que por la «ilusión» que siempre ha mantenido a la hora de «implicarme en el proceso de madurez de los alumnos, cada uno con sus circunstancias».

Hay que apostar por la educación en valores»

No tiene sentimientos de pena, sino más bien de liberación porque «el cargo es una carga» y resalta que lo más importante para desempeñarlo «es no encontrarte solo y formar un grupo de trabajo comprometido, lo que no siempre es fácil». Por ello, entiende que hoy en día exista una gran dificultad a la hora de encontrar profesionales que quieran convertirse en directores. «No está reconocido ni pagado en absoluto», sostiene, al tiempo de que cree que la administración podría mejorar la situación. 

En esta nueva etapa de jubilación que inicia, echará de menos «las clases y a mis alumnos», así como los proyectos que se llevan a cabo en el instituto porque «nos dan muchas satisfacciones». Defensora de «buscar siempre la calidad de la enseñanza pública en todos los niveles», aboga por la apuesta de la «educación en valores porque es el futuro de nuestros hijos».