'The Times' bucea en el Pozo Azul

I.L.H. / Burgos
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La edición dominical del diario británico ('The Sunday Times') dedicó este domingo ocho páginas a la cavidad de Covanera. Jason Mallinson y Craig Challen relatan las dificultades y belleza de la cueva

Imagen de archivo de uno de los descenso del tradicional belén en el Pozo Azul. - Foto: Patricia

El diario británico The Times tiene 540.000 suscriptores entre los lectores que pagan por la edición de internet y la de papel. Todos ellos han tenido acceso este domingo al artículo La aterradora historia de la inmersión en cueva más remota de la historia, que el periodista David Rose dedica al Pozo Azul. A lo largo de ocho páginas publicadas en la revista de la edición dominical (The Sunday Times), Jason Mallinson y Craig Challen, los dos espeleobuceadores que la pasada campaña superaron el récord de inmersión en la cavidad de Covanera (660 nuevos metros que se suman a los casi 14 kilómetros descubiertos), relatan los peligros y la belleza de esta interminable cueva. 

Mallinson y Challen formaron parte del equipo de rescate de los niños atrapados en la cueva de Tailandia, pero coinciden en que lo del Pozo Azul «es un desafío de otra magnitud». Expertos exploradores, el británico lleva vinculado a la cavidad burgalesa desde 2001 y para el australiano la del verano fue su primera vez. Ambos están marcados por lo que significa adentrarse en esta cueva.

«El Pozo Azul ha sido una obsesión para Mallinson desde hace 22 años» -recoge el reportaje-. En el momento de su primer viaje, el tamaño de la cueva conocida y cartografiada era relativamente modesto. Desde entonces ha organizado expedición tras expedición, extendiéndola metódicamente. Lo impulsa, como a todos los espeleólogos exploratorios, la emoción de un nuevo descubrimiento: «Cuando entras en un pasaje virgen, es la mejor sensación del mundo. Podrás salir a la superficie en un gran pasaje fluvial lleno de aire que nadie ha visto antes, con cascadas, enormes cavernas y estalactitas». Y Challen lo apoya. «Ir a un lugar que nadie ha visto es la mayor emoción que puedes sentir y nunca te cansas de ello», afirma. «Se han escalado todas las grandes montañas y se ha explorado prácticamente todo lo demás. Hay que esforzarse un poco más bajo tierra, pero lo desconocido sigue ahí», añade. 

En el reportaje hablan de las complicaciones para comunicarse con el exterior, los momentos en que han visto peligrar sus vidas y las dificultades que están encontrando para hallar otra entrada que facilite el recorrido, lo que les hace pensar en abandonar. «Cuando llegué a casa estaba convencido de que nunca volvería a menos que encontráramos una entrada. Por otra parte, siempre digo que nunca volveré, pero después de aproximadamente un mes pienso que no estuvo tan mal y empiezo a hacer planes», confiesa mientras afirma que uno de sus «mayores deseos es que algún día uno de los españoles venga conmigo hasta el final».

El reto está ahí para todos. Y también el riesgo porque aunque al Pozo Azul se le compara como el Everest de las cuevas, el miembro del equipo Pedro González (que firma la mayoría de las fotos) tilda la comparación de insuficiente: «El Everest es un paseo en chanclas al lado de esto. A la montaña puedes acceder con porteadores que te llevan casi hasta la cima; aquí no hay quien te lleve y tampoco tecnología para hacerlo».

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