El Camino se hace bailando

I.P.
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La riqueza folclórica de tres continentes, África, Europa y Latinoamérica, se funde en Belorado, en la primera jornada del Festival Internacional que reivindica la ruta jacobea como un trayecto de intercambio cultural

Bailarines del Grupo Netos, de Guinea-Bissau, interpretan una danza que representa la última etapa de la juventud. - Foto: Valdivielso

Enloquecidos ritmos africanos para denunciar la violencia que sufren las mujeres y para representar la última etapa de la juventud abrieron ayer en Belorado la primera jornada del Festival Internacional de Folclore en el Camino de Santiago, organizado por la Fundación VIII Centenario de la Catedral de Burgos, con el objetivo de reivindicar la ruta jacobea y dar a ese recorrido, Patrimonio de la Humanidad, un plus de calidad cultural en los meses estivales. 

Fueron los bailarines del Grupo Cultural Netos de Bandim los primeros en mostrar la riqueza folclórica de su país, tan diversa en todo caso, como las decenas de etnias que le puebla. Con Difunto para as meninas y Kabaró para os rapaces llegaron al corazón de los beliforanos por los mensajes tan actuales a los que pusieron sus trepidantes ritmos. Tampoco olvidaron su historia y siguieron bailando danzas propias de varias regiones, como O ritual N' ghaie, propia de la zona de Balanta-ré, etnia que llegó a Guinea-Bissau huyendo del otras zonas de África y se instalaron en la zona sur y norte del país. La riqueza de su vestuario, de sus collares, pulseras y las caras pintadas contribuyeron a dar un tono de exotismo a las danzas con las que deleitaron al público, llegando a bajar del escenario algún bailarín e interactuar con los asistentes.

La música trepidante africana dio paso a la elegancia y la sensualidad desplegada por las bailarinas del conjunto University Fliying, de la Universidad Estatal de Tifliss en Georgia, una país que sorprende por la riqueza de su folclore, quizás menos conocido por los europeos occidentales. De ahí la sorpresa al ver bailar a sus jóvenes mujeres  que se deslizan tan suavemente por el escenario que parece más bien que volasen. El contraste lo ponen los hombres, con su arrojo sobre el escenario y la fuerza que imprimen a sus bailes. 

Todo en sus danzas es armónico y los números muestran esa estética oriental acentuada por los trajes, más oscuros pero no por ello austeros, con dominio de los negros, grisis y morados, que dieron al espectáculo un aire mágico. En sus bailes retratan, además, la atmósfera fría y áspera de las montañas caucásicas, que  muestran los bailarines en la rigidez de sus movimientos y el pisoteo, pero sin perder un ápice de ritmo y atractivo para los que contemplaban el espectáculo que aplaudieron con ganas a esta treintena de jóvenes llegados desde el país caucásico. 

El colorido, los ritmos típicamente de los países latinos llegó con la compañía de Danza Acuarela de Bolivia, con una serie de danzas propias de la zona de Cochabamba, de donde proceden, pero con una inmersión en el folclore típicos de otras regiones del país, como los ritmos de la selva, en el baile denominado taquirari o las danzas de los chutas, asociado a festividades religiosas y profanas o al ciclo vital de la vida. 

Tampoco faltaron bailes con raíces españolas.