Torrepadre se encuentra inmerso en pleno inventario de las más de 100 bodegas que se reparte a lo largo del trazado de su casco urbano, algunas derruidas pero muchas otras en uso desde tiempos inmemoriales. Además ha recuperado una de ellas para utilizarla como peña durante las fiestas y se propone hacer lo propio con al menos uno de los 10 lagares comunitarios que llegó a haber en esta localidad, en el territorio de la Denominación de Origen Arlanza.
El proyecto impulsado por la asociación TorrepadreSeMueve aspira a ilusionar a los vecinos con la cultura del vino y transmitirla a las nuevas generaciones, así como a atraer visitantes y ofrecer a los descendientes de la localidad un motivo para pasar más tiempo en la tierra de sus antepasados. Para ello, van a grabar un documental en el que los mayores del pueblo relatarán a los niños las labores de la vendimia y el proceso de elaboración, y sondean la creación de un pequeño museo con los objetos tradicionales que se guardan en muchas casas y bodegas, como por ejemplo las enormes cubas que se tenían que montar dentro de las bodegas porque no pasaban por la angosta entrada. Las cubas que muestran ahora tienen capacidad para guardar 14 cántaras de líquido, pero las llegó a haber de 100, recuerdan. «Había más bodegas que vecinos», resumen con ironía. También en el presente, aunque muchas estén inutilizadas o se haya derrumbado la entrada, ya que solo que censados en el pueblo 70 habitantes.
Unas 20 familias aún mantienen la tradición y elaboran vino de manera natural, sin sulfitos, por que así lo hacían sus padres y sus abuelos y por no perder los derechos de la DO Arlanza, explica Goyo Terrados, uno de los impulsores de este proyecto que ha conseguido ilusionar a todo el pueblo. Hace diez años, una de estas familias plantó un majuelo de más de una hectárea que produce unos 7.000 kilos al año, cantidad nada desdeñable pero ínfima si se compara con las 14.000 cántaras que se llegaron a producir al año. En una sola casa se llegaban a producir hasta 600 cántaras, en gran parte para consumo propio pero también para la venta a vecinos de pueblos cercanos como Royuela de RíoFranco o Espinosa de Cerrato.«Venían con el burro, cargaban y se iban», recuerdan.
Muchas de las bodegas que este verano se están inventariando en el centro y en el barrio de Valdovega, -una labor en la que los niños del pueblo participan activamente, metro en mano-, tienen el acceso impracticable aunque se conservan intactas por dentro. Otras se han ampliado y transformado en merenderos. No así los lagares, que salvo uno están todos semiderruidos cuando no totalmente hundidos. Aún así, su estructura es totalmente reconocible con la viga, el husillo (madero tallado a modo de tornillo), la piedra y la pila donde se echaba la uva.
La Diputación de Burgos, el Grupo Ecoalia y el Consejo Regulador de la Denominación de Vino Arlanza colaboran en el proyecto Vino_Torrepadre, que se ha ido modificando y adaptando a las circunstancias derivadas de la pandemia.En su planteamiento inicial incluía también la creación de un videojuego y la representación de una obra de teatro en Bodegas Gutiérrez, así como un concurso infantil de pintura, un taller de elaboración de adobe y la confección de una revista.
La arquitectura es otra de las pata de este humilde pero entretenido proyecto, en el que caben niños, adultos y mayores. TorrepadreSeMueve cuenta con los profesionales Maite Lafuente y PedroLuis Fuente para explicar la influencia que la cultura del vino ha tenido en la fisonomía y las construcciones del pueblo; y con Ajo Taller de Arquitectura para una actividad lúdico formativa. Ambas se han pospuesto debido a la covid.