Belén Marticorena

Sobreviviendo en la Jungla

Belén Marticorena


Prisión

17/02/2023

Tenemos la creencia generalizada de que dentro de prisión están los malos y fuera estamos los buenos. Pues no, la realidad es que no siempre es así, y que este pensamiento solo indica un grave desconocimiento y una enorme falta de comprensión y empatía por parte de la sociedad.

Tampoco nos damos cuenta de que el ingreso en prisión de cualquiera es, junto con la muerte o un tema de salud importante, lo peor que nos puede ocurrir en este ya durísimo camino que es la vida. Pero aún con esto, hablamos con un desparpajo y con total despreocupación sobre la conveniencia de que tal o cual entre o se quede en prisión.

El ingreso en prisión es una de las medidas más excepcionales de nuestro sistema jurídico, quitar la libertad a otro ser humano es casi lo peor que nos podemos hacer entre nosotros, por ello, se trata del ultimísimo recurso y con la obligación moral de buscar y articular todas las alternativas posibles, porque debe de haber siempre alguna solución más ajustada y generosa con la condición humana, sobre todo ahora mismo, viendo las soluciones y ventajas de todo tipo que hemos inventado y regalado a los animales. 

Por otro lado, debemos ser conscientes de que la sociedad tiene en la mayoría de los casos de los que llamamos 'malos' mucha responsabilidad. Si nos paramos un poco a conocer la vida de muchos internos en prisión nos daremos cuenta de que muchos de ellos no han tenido nuestras oportunidades, primero, porque nacen donde no deben y les cuidan personas más que inadecuadas, sin un atisbo de humanidad, pasando una niñez y una adolescencia dignas de una serie de terror. Con este panorama es muy difícil convertirte en una persona que cumpla los duros requisitos de nuestra imperfecta sociedad. Así que no son solo ellos los responsables, tú y yo también lo somos.

Debemos dejar que sean quienes saben, los tribunales, quienes determinen con datos objetivos y pruebas suficientes quién debe estar y quién no, en prisión. No entiendo qué hacemos presionando y generando alarma social, cuando no somos capaces de saber realmente dónde está la verdadera maldad para encerrarla para siempre, y evitar que campe a sus anchas haciendo que otros, mucho menos malos pero más torpes, paguen en su lugar.

ARCHIVADO EN: Salud, Adolescencia