El primer contacto de Pablo Soria con la música fueron las teclas de un piano del Conservatorio de Reinosa, donde vivió hasta que a los 11 años se mudó a Burgos, la tierra de su madre. Cuando llegó aquí se enamoró del acordeón. No sabe muy bien cómo ocurrió. Tampoco tiene claro en qué momento se empezó a interesar por el hip hop. Primero hizo sus pinitos como dj. Luego, con unos 14 años, tampoco sabe cuál fue la chispa, que le empujó a escribir. «Sentía que tenía algo que contar y encontré mi sitio en el rap expresándome a través de las canciones», cuenta este joven burgalés conocido en la escena hiphopera como Pablic S. Su personal manera de entender esta cultura, su independencia, su libertad para hacer y deshacer sin ajustarse a ninguna moda y su universo ilustrado se vuelcan en Flores, el disco que se había propuesto publicar antes de que terminara este 2022, sin una razón concreta, solo el empeño por sacar un trabajo largo después de tres años del primero, Underload. Reto conseguido. Ya está disponible en las plataformas digitales y pronto quiere ofrecerlo en vinilo. 

Este álbum se sostiene sobre 13 canciones sin más hilo conductor que las referencias cinematográficas, televisivas, literarias o filosóficas que trufan las composiciones. Una mirada culta -aunque a él esta palabra le parezca pretenciosa- como rasgo diferenciador. No hay una temática ni bases en un sentido determinado. Casi cada pieza cuenta con un productor distinto. Ha colaborado con Fresh Keff, C. Spaulding, Ochoa, Conde Rodríguez, Jocbeats, LeBleu, Mantequilloso, Dj Koo, Oka Miles y Bishop One. «A todos sigo, de forma personal o a través de redes, y de todos me declaro fan», valora y a la vez enfatiza que la decisión última en todo ha sido suya. 

«Siempre escribo en base a la música. No sabría hacer canciones de otra manera. Nunca empiezo ninguna sabiendo de qué voy a hablar, pero en todas encontrarás muchas referencias. Probablemente, se pueden ver muchos temas transversales, pero básicamente hablo de lo que me pasa a mí», sentencia el artista que vuelca sus vivencias, miserias y alegrías, frustraciones y anhelos... 

Un ramillete ilustrado de rap

Cuando se apaguen las luces, cuando no quede más túnel, cuando ya no pasen más buses solo piensa en que te fuiste y por qué luchaste, somos brillos y contrastes... 

Esos brillos y contrastes adornan un disco que define como íntimo, denso y atrevido, este adjetivo en el sentido de que, anota, se aleja de la escena nacional. «Lo que yo propongo no se hace mucho en España». 

Esto no es Miami, ni Memphis ni Harlem. Crecí en Burgos, sueños y frío en la calle. No hay días libres, solo queda amor y decepciones. Voy sin rumbo hacia el abismo y no tengo razones, escribe en Flores, la canción que da título al álbum, que aprecia como un gran ramo, cada una de un color, un olor, una familia. 

Manu Arzá firma el diseño gráfico, incluida la portada, que utiliza como base un paisaje al óleo de la madre del rapero, Maite Orihuel de Grado. Su luminosidad invita a pinchar en cada una de las flores de este ramillete ilustrado, cada una distinta, todas unidas por el rap.