Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


La Arcadia de Puigdemont

31/07/2023

Hará siete años que Pedro G. Cuartango, siendo director de El Mundo, me comentó que una vez había viajado por Alcudia, siguiendo el Camino Real de la Plata y las huellas y hazañas de Cervantes y su Quijote para el suplemento de verano, porque, viendo el polvorín en ebullición que era Cataluña, no me iba por aquellas tierras y escribía de lo que allí estaba pasando. Al final iban a ser tres grandes reportajes, pero la dinámica de absorción de la realidad informativa que estaba siendo el «procés» me dio juego para ocho. Quise palpar la sala de máquinas y hablé con los políticos, separatistas y constitucionalistas, pero lo que resultó más interesante no fueron sus opiniones, que pronto diluí en el texto, sino mis conversaciones con la gente, tanto a favor como en contra.
El recorrido lo preparé leyendo Un viaje frustrado e Historias del Ampurdán, de Josep Pla. Comencé en Palafruguel y seguí la costa Brava hasta llegar a Port Bou, ya en Francia, donde Pla decidió acabar el viaje porque había estallado la guerra mundial. L'Escala, Cadaqués, Roses... y sobre todo Lleida y Girona, donde la brasa separatista se había convertido en fuego creciente. Por allá que me iba hablando con unos y otros en plan tranquilo, muchas veces con vino y butifarra. Fui incluso a Amer, el pueblo de Puigdemont, enseña de esas zonas rurales catalanas en las que España es enemigo irreconciliable, y desde tiempo ancestral, bulle esa espera de una bucólica Cataluña donde la felicidad viene de serie y se pagan los mismos impuestos que en Andorra.
Percibí que muchos de esos ciudadanos creían que de verdad iba a nacer en las fechas prometidas la república catalana. Incluso un librero en Girona me dijo que la independencia ya había llegado, pero que muchos aún no lo sabían. El relato ancestral, convertido en leyenda para muchos, había adquirido vida, esta vez no como sueño, sino como posibilidad real, ya que todo estaba siendo azuzado por los nacionalistas, que vendían al pueblo como inminente, lo que ni la ley, ni la UE, ni España ni nuestra economía, podía aceptar.
De esa promesa utópica parten los independentistas para negociar con Sánchez. ¿Hasta qué punto pueden defraudar a su grey? ¿Les dirán la verdad, que el independentismo es una gran ruina para todos? ¿Podrán reconducir a sus creyentes al pragmatismo, que es no darle la espalda al poder del estado: inversiones, proyectos comunes, voz exterior...? Algunos me decían que la Arcadia llegaría a través de la generación de un caos en el Estado, como el imperio romano o algo así. Es muy difícil el pacto. La frontera entre el pragmatismo y ser un botifler (los partidarios de Felipe V durante la Guerra de Sucesión Española) es muy delgada. Pero no ejercer el poder ahora será un grandísimo error. Quizá nunca vuelvan a estar en una posición tan poderosa.