Un futuro incierto

M.R.Y. (SPC)
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La muerte de Berlusconi abre una etapa de incógnitas en Forza Italia, un partido creado a medida por el magnate y que ahora deberá buscar un nuevo líder que lo mantenga en pie

Un futuro incierto - Foto: BRAMBATTI

Forza Italia era Silvio Berlusconi. Se trataba de un partido hecho a imagen y semejanza por él para participar en la vida política, una formación hecha a medida por el controvertido empresario en la que el personalismo era, sin duda, su seña de identidad. Nacido en 1994 para que el ya magnate de los medios de comunicación y presidente del AC Milan pudiera cumplir su objetivo de «frenar al comunismo» y liderar el espectro de una derecha completamente fragmentada, el partido entró con fuerza en la escena, de modo que no tardó en comenzar a hacerse con el poder y convertirse en el referente del centroderecha italiano.

Tras muchos años de éxitos, fue precisamente su inhabilitación -de 2013 a 2018- la que comenzó a llevar a la debacle a Forza Italia, a pesar de que Berlusconi seguía moviendo los hilos desde la dirección. Su figura perdía fuerza y su movimiento, populista y ególatra, centrado en su líder, iba en caída libre. Y ahora, sin él, se teme que pueda acabar, incluso, desapareciendo.

La muerte del tres veces primer ministro, por tanto, ha desatado todas las alarmas sobre el futuro de Forza Italia, sin duda incierto, puesto que no solo se ha ido la viga sobre la que se sustentaba, sino que no existe un heredero con el carisma necesario. Resulta muy difícil de imaginar el partido de Berlusconi sin Berlusconi. 

El favorito a sucederle es su hasta ahora mano derecha, el ministro de Exteriores, Antonio Tajani, que también es vicepresidente del Ejecutivo -y, por tanto, el miembro del partido con mayor cargo-. Pero no hay que descartar otras hipótesis, como que el apellido Berlusconi pueda perpetuarse en la formación y sea su primogénita, Marina, quien se convierta en la nueva cara visible del berlusconismo y evite así un descalabro total. 

Es más, en el seno del partido resulta más que evidente que Tajani sería el hombre de transición para impulsar después a la familia al frente de Forza Italia. Y, de los cinco hijos, Marina es la solución preferida por los votantes y simpatizantes -un 56 por ciento apuesta por esta mujer de 56 años-, aunque tampoco es descartable que pudiera apoyarse en la que fue última pareja del magnate, una Marta Fascina que ha jugado un papel político clave en los últimos años, adquiriendo gran poder en la formación. Todo dependerá ahora de cuál sea la relación entre ambas para ver si llega a buen puerto un tándem de continuidad.

En cualquier caso, parece difícil que Forza Italia pueda volver a sus tiempos de esplendor. Ya remotos quedan aquellos años de mayorías parlamentarias que situaron a Berlusconi al frente del Ejecutivo. Incluso también se antojan lejanas esas legislaturas en las que el centroderecha era toda una institución. Actualmente, pese a formar parte del Gobierno, es la quinta fuerza parlamentaria, por detrás de populistas, extremistas y socialdemócratas, con solo un ocho por ciento de apoyos. Y los analistas son pesimistas: en unos años, no superará el tres por ciento o, incluso, desaparecerá. Con Berlusconi se fue una era, pero también su partido político.