Las mil vidas de una guitarra

B.D. . / Burgos
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Daniel Gabarri recoge y restaura guitarras ya en desuso o arrinconadas en trasteros y desvanes para enseñar a los niños y jóvenes a tocar un instrumento por el que siente auténtica pasión

Daniel Gabarri ha trabajado con la Fundación Secretariado Gitano para enseñar a los chavales a tocar este instrumento. - Foto: Alberto Rodrigo

«Compro guitarras españolas; da igual que sea vieja o esté deteriorada, no importa el estado. No te deshagas de ella sin consultar. Teléfono 648075525». Detrás de este sencillo anuncio está la mano de Daniel Gabarri, un burgalés que se dedica a la venta ambulante en mercadillos y que pone ritmo y compás a las celebraciones religiosas de la iglesia evangélica de la calle Alfareros. Su cartel ha llegado en los últimos días a diferentes puntos de la provincia (Briviesca, Poza de la Sal, Medina de Pomar o Melgar) y a algunos lugares del centro de la capital, como una llamada a esas personas que guardan en desvanes y trasteros una antigua guitarra que puede recuperarse para darle una gran finalidad.

«Busco las que hay en muchas casas y ya no se usan, esas que la gente mayor ya no utiliza; las recojo aunque estén deterioradas y si son viejas, mucho mejor. La idea es que tengan una segunda vida; que sean instrumentos con una nueva oportunidad, algo que creo que es muy bonito», asegura Daniel Gabarri, tras reconocer que vive conectado a una guitarra en diferentes momentos del día.

Con la ayuda de un buen amigo, Daniel restaura las piezas deterioradas y pone a punto clavijas, trastes y cuerdas. Después, una vez recuperadas, las guitarras se llevan a la iglesia evangélica de Alfareros para enseñar a los chavales a tocar este instrumento clásico. Lo habitual es que se junten unos diez o doce niños y adolescentes a los que Daniel Gabarri da las clases. «Tocamos flamenco, pero la música que hacemos es música flamenca espiritual», enfatiza mientras se ilumina su mirada. 'Maestro' guitarrista y apasionado del cante jondo, suma años de experiencia en lo de enseñar a los chavales, ya que estuvo durante un tiempo en los cursos de la Fundación Secretariado Gitano, donde llegó a tener hasta 15 alumnos. «Ahora ya solo lo hacemos en la iglesia y con los chavales que haya», apunta, tras explicar que una de sus últimas alumnas es una de sus hijas, que está aprendiendo a dar sus primeros toques con una guitarra que le regalaron en una vivienda de comarca de Las Merindades.

Su fervor por el compás empezó bien pronto y tuvo su premio a los 12 años cuando le regalaron su primera guitarra. «Soy autodidacta. Ahora hay más medios para aprender pero cuando yo empecé era todo a huevo. Había que ponerse las cintas de música de Paco de Lucía y machacar y machacar. Yo no sé solfeo pero sí que me manejo con el cifrado», explica este hombre de talento natural al que aún desbordan las ganas de aprender y de compartir lo mucho que sabe sobre el flamenco.

Daniel ya ha recibido algunas llamadas de personas que han visto su anuncio, especialmente de la zona de Medina de Pomar donde un amigo, vecino de la localidad, le echa una mano con la difusión del tema, pero espera que aumenten en los próximos días. «La mayoría de las guitarras me las regalan; la gente ve que es una cosa bonita y las donan conscientes del destino que van a tener», concluye.