Las buenas previsiones que los fruticultores de Caderechas tenían en la producción de cereza y resto de frutas este año mutaron en la peor campaña en 25 años. Los descensos de las temperaturas hasta alcanzar incluso los -7 grados la madrugada del 4 de abril, en plena etapa de la floración, arrasaron con la cosecha de cereza, nuez, ciruela y dejaron muy dañada la de manzana reineta. La magnitud del desastre fue tal que los productores del Valle calculan que las pérdidas causadas por las heladas de primavera ascienden a los «dos millones de euros», manifiesta Juan José Gandía, presidente de la Asociación de Productores y Comerciantes.
A pesar de que resulta complicado de conocer al cien por cien los datos, las inclemencias meteorológicas acabaron con unas 200 toneladas de fruto rojo y otras 200 de manzana, lo que se traduce en que solo sobrevivió al frío el 10% y el 30% respectivamente de cada fruta. «Un auténtico desastre», se lamenta Gandía. La situación es, según los agricultores, «preocupante», ya que los seguros concertados no cubren gran parte de los daños que, una vez más, ha sufrido el sector. Si en un año normal Caderechas produce unas 500 toneladas de cerezas y si las previsiones meteorológicas afectan a los cultivos se reduce a 200.000 kilos, en esta ocasión no ha superado los 20.000.
Pero como la esperanza es lo último que se pierde, los productores parece que ven algo de luz después del túnel. No todo está perdido. O al menos eso dejan claro los árboles que en localidades como Terminón, Bentretea, Cantabrana o Herrera, que lucen unas ramas verdes repletas de manzanas. Todavía es pronto para cantar victoria, pero si la climatología respeta la reineta viajará a los fruteros de las casas a finales de septiembre, fecha en la que comenzarán la recolección. Los perales también corrieron mejor suerte y aguantaron más las adversidades porque «florecen antes, pero su desarrollo es diferente y aguantan mejor al frío extremo», explica Gandía.
El desastre generalizado en los frutales de la zona, tanto en pueblos de las áreas bajas como de las altas, indicaba que la manzana se vería muy resentida y, a pesar de que las pérdidas serán importantes, ha «sobrevivido más cosecha de la que esperábamos», añade. Es más dura que la cereza y aguanta mejor los cambios drásticos de temperatura. «No es comparable porque un árbol con 200 manzanas tiene producción, poca, pero trae algo. Un cerezo con 200 cerezas no tiene nada», aclara. En esta ocasión y debido probablemente al inicio de la floración -diferente según la localización de las fincas- hay pueblos en los que los manzanos están repletos y en otros, como en Salas de Bureba o Aguas Cándidas, apenas se ha desarrollado la fruta o se ha quedado muy mermada.
La cantidad de reineta que aspiran a recolectar será «suficiente para vender en los mercados y en la Feria de la Manzana de Cantabrana», que a diferencia de la de Cereza de Salas -que tuvo que suspenderse por falta de producción- se celebrará el domingo 15 de octubre en horario de mañana. Como marca la tradición, los integrantes de la Asociación Los Olmos del pueblo se encargarán de preparar una decoración que nunca deja indiferente a los visitantes.
A precio de oro. Hasta diez euros por el kilo de cereza han llegado a pagar los clientes por degustar este fruto. Sin lugar a dudas, los fruticultores recordarán el 2023 como el año «más catastrófico» desde que la Marca de Garantía del Valle de Caderechas opera en el territorio. A diferencia de otras campañas que terminaba a finales de agosto, esta se alargó solo durante dos semanas.