Agentes del kit digital llegan al límite por pagos con retraso

D. ALMENDRES / Burgos
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El ingente papeleo y el criterio cambiante en la aprobación de los proyectos eternizan el cobro de las empresas especializadas, obligadas a pedir créditos mientras se acumulan solicitudes

Diego Tamayo, propietario de Difadi, advierte de las dificultades y su empresa ya se ha sumado a una plataforma nacional en busca de soluciones. - Foto: Jesús J. Matías

El objetivo que persigue el Kit Digital es muy positivo para la modernización de las empresas y el planteamiento diseñado por el Gobierno con el impulso de los fondos europeos resulta interesante para todas las partes implicadas. Al menos, sobre el papel. La tozuda realidad deja un panorama muy complejo para los agentes digitalizadores, quienes se las ven y se las desean para ingresar las cantidades incluidas en este plan nacional dirigido a las pymes.

Solo en Burgos se han concedido alrededor de 2.000 bonos por un valor superior a los 9 millones de euros. El problema es que los profesionales que dan forma a este proyecto se encuentran en una situación muy complicada porque el trabajo se acumula y el dinero llega a cuentagotas. Todo, mientras se pierden en un mar de papeles y se enredan en una burocracia que ralentiza al máximo la tramitación de los cobros pendientes.

«No es que no paguen, es que todo va muy lento y en el proceso aparecen subsanaciones que no sabes ni de dónde han salido», explica Diego Tamayo, propietario de la empresa especializada Difadi. Este profesional ya advirtió hace meses que la tendencia comenzaba a convertirse en peligrosa, sobre todo porque no hay asidero al que agarrarse para entender qué es lo que ocurre.

«Imagina que te encargan dos proyectos idénticos, pongamos una página web. Ambos los tramitas de la misma manera, pero uno te lo aprueban y otro no», expone. «No queda otra que corregir lo que te pidan y volverlo a mandar, aunque eso significa mes y medio más de espera», matiza.

Esa «incertidumbre» castiga a los proveedores, quienes también deben ofrecer el mantenimiento durante un año sin tener claro cómo resolver sus dudas. «No nos han dicho cómo tiene que ser ese informe final y qué requisitos hay que cumplir», lamenta Tamayo.

Por eso, los agentes digitalizadores asumen por adelantado toda la carga de trabajo, incluidos los costes. «Todo va al riñón», explica el CEO de Difadi, quien resume la situación actual de este plan nacional. «Lo asumimos todo a crédito y con préstamos. Esperemos que todo vaya bien», indica, consciente de las dificultades del momento.

«Yo emito hoy la factura y todo el proceso de validación, revisión y aprobación igual me lleva medio año. Mientras tanto, tengo que pagar a Hacienda el beneficio cuando no sé cuándo voy a ingresar el dinero», apunta.

El margen de maniobra se agota y el problema crece. Incluso, algunas firmas del sector descartaron participar del proyecto del Kit Digital. «Es costoso y exige mucho papeleo. Todo son informes, subsanaciones, correcciones, adaptaciones técnicas... y hay mogollón de retrasos. Puede que hayamos cobrado un trabajo de septiembre, otro de hace tres meses... no sigue una lógica», lamenta Tamayo.
Incluso, los proveedores asumen las circunstancias de terceros. «Nos ha pasado un caso en el que teníamos validado un trabajo y meses después aparecía como cancelado porque el cliente tiene deudas con la Seguridad Social o Hacienda. Y como a nosotros nos paga el Estado, ¿qué se supone que debo hacer ahora después del trabajo hecho?», cuestiona.

En Difadi tienen claro que el beneficio directo de este plan «no merece la pena» y se trata de una apuesta a largo plazo desde un punto de vista estratégico. Pero es un planteamiento complejo. «La compañera administrativa lo lleva todo bien a base de meter horas, pero hemos sumado dos personas más que nos ayudan a hacer todos los informes porque esto es interminable», insiste un Tamayo que entiende el interés de las pymes por sumarse al Kit Digital. «¿Cuántos proyectos podemos hacer en un mes? Los que queremos porque es un producto muy fácil de vender, pero no tenemos esa capacidad», aclara.

La delicada situación afecta en todo el territorio nacional. Ese laberinto burocrático y los retrasos acumulados desde el primer día en la tramitación de los cobros llevan al límite a los profesionales y a sus empresas, por lo que ha surgido una plataforma a través de Telegram para poner en común estas cuestiones.

Difadi forma parte de este movimiento, aunque no creen que tenga un impacto directo que acelere los procesos. «Es algo más para empresas que están empezando y que tienen dudas, pero nosotros lo hicimos muy pronto y son cosas que ya hemos vivido», concluye.