María Jesús Jabato

Señales de vida

María Jesús Jabato


A freír churros

13/01/2023

Nos enteramos por este periódico de que los churreros de Burgos viven un año amargo, de que la inflación los azota con su fusta canalla y no venden lo que antes, o sea, que cualquier tiempo pasado fue mejor que este tiempo de economía quebradiza que vivimos.

Cierto es que en otras épocas los burgaleses consumían más churros, pero se hicieron presentes los heraldos negros del colesterol y sus secuaces alertando de los males de las fritangas de tal forma que ahora, si comemos un churro tenemos el convencimiento de que pecamos, aunque venialmente, contra alguno de los rigurosos mandamientos del catecismo de la salud.

Cuando no se hacía demasiado caso a lípidos y grasas, se consumían más churros, porras y buñuelos, y más a gusto, por lo que en la ciudad proliferaban las churrerías; la Madrileña de la calle de los Herreros, la de San Gil, la de San Pablo, la del Correo, la del Espolón, regentada por el famoso Saturnino Sardón, la Moderna, la de Laín Calvo, la de la Plaza de Prim, la de la Moneda, la de San Juan, y no seguimos, que ya son bastantes para ver cómo estaba el patio a comienzos del siglo pasado, muchas, churrerías, aunque pudo haber más, porque hubo quien quiso abrir negocio en la Isla, generando el rechazo de la población: Industrial que solicitas/ de la Isla en el Paseo/ expender, por lo que veo,/ churros y patatas fritas,/ sin dilaciones ni esperas/ coge todos esos fárragos/ y vete a freír espárragos/ (o churros), adonde quieras.

A freír churros. Esto mismo le ha dicho el Partido Popular a la concejala Carolina Blasco, que abastecida de los pertrechos de encuestas y sondeos, se postulaba como candidata a la alcaldía de Burgos para las próximas municipales, tras haberse currado el banquillo de la oposición cuatro años y un día, que estar en la oposición es una condena como otra cualquiera. A freír churros, Carolina.

La política no tiene entrañas, así que no es de extrañar que la Fundación Española del Corazón alerte de que los políticos tienen más probabilidades de sufrir una cardiopatía que la población general. Por la economía, por la política o por el colesterol, que, a la mínima, se nos sube a las barbas, estamos todos a punto del soponcio, del síncope, del telele. Habrá que tomar un chocolate con churros para celebrar que, de momento, estamos vivos.

mariajesusjabato@mariajesusjabato.com