Había una vez un lugar...

ALMUDENA SANZ
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Islantia transforma el paseo de la Isla y los jardines del Palacio en un destino imperdible para el público familiar, que la goza con juegos, carruseles, talleres, cuentacuentos, bailes o espectáculos

La zona de los juegos gigantes populares procedentes de distintas culturas del mundo está teniendo mucho éxito entre la chavalería, que la llena mañana y tarde. - Foto: Patricia

Una historia bien distinta hubiera sido la de Robinson Crusoe si llega a dar con sus huesos en Islantia en vez de en una isla desierta. Aquello habría sido una fiesta. Se hubiera topado con un mogollón de personajes. Marineros que navegan en barcos a pedales, princesas que bostezan a todas horas, verbeneros que se cuentan a millones, equilibristas que desovillan un hilo rojo, hermanos que se retan en el Sjoelback holandés, abuelos que ponen en apuros a sus nietos en el futbolín, un alocado cartero rural, ecologistas decididos a salvar el planeta, un elegante y curioso dandi con una maleta repleta de cachivaches... El paseo y los jardines del Palacio de la Isla se transforman en una suerte de paraíso para el público familiar. Islantia es un lugar para echar tiempo y descubrir sus múltiples propuestas. 

El carrusel de Les Gentils Coquelicots, varado en medio del paso central, golpea primero. La cola para zarpar se encoge o estira, pero siempre está ahí. Movido por el pedaleo de dos valientes adultos, acompañados por la música en directo de una capitana acordeonista y un grumete batería, avanza repleto de pequeños marineros. Algunos, como Sergio y Mateo, se suben ávidos e intrépidos, sin ayuda de nadie; otros, como Alejandro, miran embobados sus movimientos, pero se echan atrás en el momento de la verdad (en otra ocasión será); y los hay, como Paula, que se deciden, pero solo si los acompaña una experta bucanera (por lo que pueda pasar)... 

De éxito a exitazo. A la sombra de los árboles se extienden juegos populares gigantes procedentes de distintas culturas que están atrapando a la chavalería... y a los adultos. Padres y abuelos aceptan el desafío. Y juegan al billar japonés, y se pierden por un laberinto de madera, y escalan el Mont'Boule intentando que la bolita no se despeñe por uno de los muchos agujeros que lo taladran, y pescan peces de colores, y cavilan en el llamado juego de los palitos para no quedarse con el último, y la echan larga para conseguir que cada bola esté rodeada de otras de colores distintos en el Solitario Madagascar... Las pantallas en Islantia caen derrotadas. 

Los náufragos ‘menudos’ han conquistado los jardines de palacio. Los náufragos ‘menudos’ han conquistado los jardines de palacio. - Foto: Patricia

Y si alguien osa entretenerse con ellas más allá de mirar la hora, puede ser que se la arrebaten. Le ocurrió a Dolores. Andaba afanada en su teléfono cuando, de buenas a primeras, unas manos de guante blanco se lo quitó de las manos. Literal. Pero esta salerosa abuela pasó de la cara de susto a la sonrisa de oreja a oreja cuando identificó al culpable: una marioneta de relumbrón. Errabundo Pelele ha sorprendido estos días a los viandantes. Cuando menos lo esperaban, salía de detrás de un árbol y los colocaba una nariz roja, o una gafas de hermosos girasoles, o los fotografiaba con su súper cámara, o posaba feliz para hacerse un selfi con ellos -en esos momentos no hacía ascos al móvil-. Vacilón, simuló que tiraba por los aires algún teléfono; romántico, repartió besos y los lanzó al aire; bailongo, sacó a la pista a alguna chica simpática... Ha sido su primera vez en los Sampedros y no podía estar más feliz porque, además, está de aniversario. ¡Diez años cumple dibujando sonrisas! 

Lucía, que vive en San Pedro de la Fuente y cada día atraviesa esta nueva isla surgida a orillas del Arlanzón, aplaudía su oferta lúdica y cultural, pero sí lamentaba la escasa decoración ambiental. «Me había imaginado que iba a ser todo más mágico, con la portada luminosa, pero, aunque lo que hay es muy bonito, se ha quedado muy desangelado», decía con la mirada en los atrapasueños azules colgados en los Arcos de Castilfalé y que el viento balanceaba ayer.

Ana I. Roncero llevó sus ‘Cuentos contenidos’ al escenario de los Arcos.
Ana I. Roncero llevó sus ‘Cuentos contenidos’ al escenario de los Arcos. - Foto: Valdivielso

Lo hacía mientras Ana I. Roncero compartía sus Cuentos contenidos con el público. Cada mañana, a las 12.30 horas, este escenario enmarca una propuesta escénica. También todos los días, a las 12.45 h., otra en los jardines del Palacio de la Isla. Un caluroso aplauso cerró ayer Félix y Tierra, de Atópico Teatro. Se hizo oír entre la algarabía de los niños que participan en los talleres, ginkanas y juegos que se desarrollan todas las mañanas y tardes en este lugar. En Islantia, una isla mágica que solo aflora en San Pedro (de 11.30 a 13.30 y de 18.30 a 21.30 h.), no conocen al señor aburrimiento.