«Hago arqueología cinematográfica»

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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El burgalés Guillermo Balmori, que dirige la exitosa editorial Notorious, dedicada por entero al cine, acaba de publicar 'Hollywoodantes de la censura', libro en el que indaga en una época fascinante de la fábrica de sueños

Balmori, en su casa, que es lo más parecido a un templo consagrado al cine clásico. A su lado, Ingrid Bergman. - Foto: Juan Lázaro

Con ocho años ya veía, leía y soñaba cine. Y no cualquier cine: a aquella criatura le deslumbraban especialmente las películas clásicas que solían programar en ciclos los dos únicos canales de televisiónque había entonces en España. Guillermo Balmori (Burgos, 1974) creció hechizado por el magnetismo de las grandes estrellas del Hollywood dorado, de la inefable Bette Davis o la bellísima Greta Garbo al elegante Cary Grant, para terminar convertido en una enciclopedia del SéptimoArte a quien apasiona la divulgación. Tanto, que se convirtió en editor de libros de cine junto a Antonio Alegrete, su socio. El sello editorial, Notorious, es ya un referente de la literatura cinematográfica; pronto cumplirá veinte años, y acumula ya cerca de doscientas publicaciones que tienen un denominador común: son libros de gran formato, bellísimamente cuidados, en los que la calidad de las imágenes están a la altura de la calidad de los textos, y viceversa. Se trata de publicaciones lujosas que tienen a los cinéfilos encandilados, y no es para menos. 

Es colaborador y tertuliano de programas sobre cine en televisión y radio, ofrece conferencias (las que celebra en el MEH de Burgos son un éxito).Trabajó durante años elaborando la colección en DVD Los imprescindibles (hasta 600 títulos), lo que le relacionó con las 'majors', los grandes estudios cinematográficos. Acaba de publicar, en su editorial, el libro Hollywood antes de la censura. Las películas pre-code, donde disecciona -con mano de cirujano, pasión y conocimiento- más de un centenar de títulos de aquella época dorada del cine norteamericano, antes de que la censura se echara como un manto negro sobre la industria de las fábricas de sueños. «Siempre desarrollé una parte estética, que es la que me sigue gustando, del cine. Del cine de Hollywood especialmente de las décadas de los años 30, 40 y 50 del siglo XX. Creo que ese cine debería estudiarse como un movimiento artístico, como lo fue el Barroco, por ejemplo. Tiene unas características estéticas determinadas: yo lo llamo la realidad mejorada; como una realidad idílica: todo parecía mejor.Esa fábrica de sueños es su corriente artística en sí misma».

Para Balmori, ese es el cine que le apasiona, esto es, que no le gusta cualquier cine. «Lo mismo que hay personas a las que les gusta el rap y no la zarzuela, por ejemplo. Hay mucha gente a la que no le gusta el cine clásico y sí el moderno, que no es capaz de ver una película en blanco y negro.Es algo común. Y tiene lógica: no tiene nada que ver uno con el otro. Como la música clásica y el rock: te pueden gustar las dos, pero te puede gustar sólo una. Es lo que me pasa».

Se confiesa enamorado del star-system, de aquellas fulgurantes estrellas que son historia del celuloide. «Me apasiona esa estética, esos diálogos, ese ritmo narrativo que creo que no tiene el cine a partir del año 1965. Para mí, El Padrino ya no sería cine clásico; es cierto que es un clásico del cine, pero no cine clásico», explica. Por su experiencia, España no sólo es un país cinéfilo. Afirma, con rotundidad, que es posible que sea el país del mundo en el que más interés despierta el cine clásico. «A nivel de Europa, seguro, pero posiblemente también ha nivel mundial. Hay muchas películas que sólo se han editado aquí en España. Y las gente las compra». Lamenta que el DVD haya muerto, y cree que las plataformas de streaming tienen ahí un enorme filón por explotar. «Las plataformas digitales apenas ponen cine clásico, lo que me parece un error. No se quieren dar cuenta. También les costó entrar cuando el 'boom' del DVD. Recuerdo que cuando salió la película Las crónicas de Narnia, que había tenido éxito, en DVD, coincidió -esa misma semana- con la edición de Perdición, de Billy Wilder, en el mismo formato. «Se vendió mucho más Perdición. Creo que algo así pasaría en las plataformas digitales. No saben el potencial que tiene el cine clásico».

Hay mucha gente a la que no le gusta el cine clásico y sí el moderno, que no es capaz de ver una película en blanco y negro"

Convertirse en editor de libros de cine fue un sueño hecho realidad. Y tuvo claro desde el principio que, de meterse en ello, sería para hacer libros de calidad. «Obras en las que la imagen, las fotografías, tuvieran protagonismo y calidad. Tanto mi socio como yo tuvimos claro que no nos daría para vivir, pero que haríamos los libros que nos apeteciera hacer. Nos lo tomamos en serio. Yo dejé de ejercer como abogado y me volqué en este proyecto y en otros relacionados con el cine. Y la verdad es que nos fue bien casi desde el principio».

Se rodearon Balmori y Alegrete de una nómina de extraordinarios colaboradores, como el cineasta José Luis Garci y Oti Rodríguez Marchante o Eduardo Torres-Dulce, entre otros. De Garci habla maravillas: «Es como contar con el mayor oráculo. Hoy en día se habla mucho de influencer, pero el más grande de cine clásico en España es Garci. Los libros que más se venden son los que cuentan con su firma. Garci es uno de los grandes escritores de cine que tiene este país. De cine y de lo que sea: fútbol, boxeo... Es una persona entrañable. Es una suerte contar con él. Tiene el don de saber contar.Escucharle contar cómo compraba el pan con su padre ya merece la pena.Es una maravilla. Y es una persona que disfruta con todo.Es un vividor en el mejor sentido de la palabra».

Antes de la censura. Sobre su último libro (que es un primer volumen, ya que no ha podido dar cabida a todas las películas) dice Balmori que ha disfrutado haciéndolo, aunque le haya llevado varios años de trabajo. «Es una época que me interesó desde que la descubrí, la que va del año 1929 hasta 1934. Son películas fascinantes porque fue el Hollywood más libre.Aunque el llamado 'Código Hays' se aprobó en 1930, casi con la aparición del sonido, hasta 1934 no se aplicó realmente.Pero en esos años se hicieron películas impensables para lo que vino después: guiños homosexuales, consumo de drogas, mujeres empoderadas, divorcios, infidelidades, desnudos más que insinuantes. Y aquellas películas fueron libres también en el sentido de que no se postulaban con ningún personaje, nunca tomaban partido».

Son películas raras, dice Balmori.Raras y ocultas aunque fueran realizadas por directores famosos y actores famosos. Se confiesa enamorado del director Mitchell Leisen. «Es el que cineasta que más me ha gustado siempre. Siempre lo reivindico y es muy probable que termine escribiendo un libro sobre él. Aunque no es muy conocido tiene muchas obras maestras: Si no amaneciera, por ejemplo, que está guionizada por Billy Wilder, o Medianoche; son películas sensibles. Me gusta el cine romántico, de sensibilidades, de gusto y delicadeza.Ese es el cine que me gusta.Y siento que el cine que me gusta ya se ha hecho. Porque eso nunca soñé con ser director. Con lo que sueño es con revalorizar estas películas. Descubrir a la gente este cine. Quedan muchas películas maravillosas por descubrir. Por eso me gusta hacer arqueología cinematográfica: poner en valor películas y que la gente las pueda descubrir y conocer», concluye Balmori.