De cenicienta a princesa

A. G. / Sotopalacios
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La XII Feria de la Morcilla de Sotopalacios aúna los pinchos de toda la vida con la cocina más vanguardista y coloca a este humilde producto entre los favoritos de los expertos más exigentes

¿Puede haber mayor felicidad que tomar un pincho de morcilla y un vino en la mismísima localidad de Sotopalacios? Difícilmente. - Foto: Jesús J. Matías

El pregonero de la fiesta, Mariano Palacín, a la sazón presidente de la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo, andaba un tanto preocupado a media mañana de ayer ante la inminente cata de los platos que se presentaban a la final del concurso gastronómico que ponía la guinda a la duodécima edición de la Feria de la Morcilla de Sotopalacios: «Cuatro platos con este producto me pueden dejar arrastrado para toda la tarde, por eso confío en que el diseño de los mismos sea minimalista».

Por suerte para él no se equivocó. Las recetas que competían resultaron, no vamos a decir aquí que ligeras como un plato de acelgas cocidas, pero sí fáciles de digerir debido a sus reducidas dimensiones y, por creatividad e ingenio, difíciles de descartar para elegir a la ganadora. Porque resultaron ser cuatro ideas extraordinarias. Finalmente se llevó el gato al agua Óscar Rodríguez, del restaurante Los jardines del Plaza de Borja (Zaragoza), con su propuesta denominada ‘Lingote de morcilla’, en la que, además del susodicho embutido, aparecían un consomé con recias alubias de Tolosa ‘y sus picantes’ (guindillas partidas en trocitos) y un crujiente de berza. Rodríguez se llevó 500 euros y su peso (125 kilos del ala, el muchachote) en  producto autóctono. El segundo puesto fue para  Iván Hernández, del restaurante El Rondón de Cebreros (Ávila), que presentó el plato titulado ‘Los bosques de Burgos’.

Palacín había dejado dicho en su pregón que la morcilla ya no era «un producto escondido y minoritario» sino que se había convertido «en una estrella que forma parte de platos de diseño». Y como prueba de su aseveración señaló la presencia de los cocineros Antonio Arrabal y Miguel Cobo, participantes del concurso de Antena  3 ‘Top Chef’, que se han convertido en Los Pecos de la gastronomía local. Cola había para fotografiarse con ellos pero que conste aquí que no se les ha subido la fama a la cabeza y atendían a todo el mundo encantados. Más monos.

Arrabal y Cobo fueron las estrellas de la jornada y auténticos valedores de una morcilla que es «diferente a otras», en palabras del gerente de la asociación que reúne a los fabricantes de Sotopalacios, José Ignacio Velasco, «por su cocción y por la altura y temperatura del pueblo». En este sentido,  Palacín alabó que los fabricantes del pueblo «se pongan de acuerdo y trabajen conjuntamente», una labor que se pudo degustar y oler pues el aroma de su cocción (y la del chorizo, su fiel compañero en ese tándem maravilloso que es el chorimorci) se salieron de las fronteras y lo inundaron todo. Viva la morcilla.