La encrucijada del cambio climático

P. Velasco
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Castilla y León afronta un momento clave para paliar las consecuencias que la sequía pueda tener en su economía: se puede apostar por más regulación o no adoptar medidas y dejar que el clima actúe

La encrucijada del cambio climático - Foto: Alberto Rodrigo

La sequía que afecta a Castilla y León este año, con una primavera sin apenas precipitaciones y el invierno más cálido desde el inicio de la serie histórica en 1961, ha hecho saltar las alarmas en todos los sectores y poner sobre la mesa numerosas dudas sobre el cambio climático y las actuaciones que podrían haberse realizado con antelación para ralentizar sus consecuencias en la Comunidad. Con unas previsiones nada halagüeñas, principalmente para el sur de la región, las pérdidas en los cultivos de secano ya son elevadas, incluso en algunos casos se habla de «desastre total» en la cosecha, mientras que la viabilidad del regadío se complica con las actuales dotaciones de agua, por lo que los expertos ven complicado que sobreviva muchos años en Castilla y León si no se adoptan medidas de forma inmediata.

La Comunidad se enfrenta a la encrucijada de cómo actuar frente al cambio climático: o se aumenta la regulación de la cuenca del Duero –de la que se abastecen prácticamente todos los municipios de la región y riegan la mayor parte de los agricultores– o nos quedamos de brazos cruzados y dejamos que el medio ambiente siga su curso. Expertos, regantes y la Junta de Castilla y León ya han exigido en varias ocasiones que se realicen obras para aumentar la capacidad de regulación de la cuenca del Duero, aunque el nuevo plan hidrológico, que se ha aprobado recientemente, no recoge una buena parte de sus propuestas.

La falta de decisiones al respecto hacen que el estudio presentado en septiembre de 2021 sobre la posibilidad de aumento de los recursos hídricos, encargado por el Itacyl y Ferduero, se encuentre «totalmente vigente, tanto las condiciones de regulación como la cantidad de recursos que se plantean si las demandas siguen estables en el tiempo», señala el investigador principal de dicho informe, el Doctor Ingeniero de Caminos, Francisco Bueno. «En la cuenca del Duero es totalmente urgente construir muchos más embalses para lograr mayor regulación, por lo que el estudio va a estar en vigor durante mucho tiempo», añade.

Proyectos específicos

Este primer paso, ya que insiste en que es un estudio muy genérico que posteriormente debería desarrollarse con proyectos específicos para cada una de las soluciones que se plantean, pone en evidencia que hay una necesidad de mayor regulación de la cuenca, ya que es «muy pequeña» y no existen embalses capaces de acumula agua más de un año. Además, las demandas de regadío suponen en Castilla y León alrededor del 85 por ciento, excluidas las hidroeléctricas. «Con la actual demanda, la situación es mala. Las dotaciones ya eran malas antes, pues peor con el cambio climático porque la garantía de suministro es escasa», incide Bueno.

Desde su punto de vista sí se puede mantener el regadío en la Comunidad, aunque para esto «hay que actuar y mejorar o crear nuevas regulaciones». Por este motivo, el informe plantea distintas soluciones que pasan por la creación de nuevos embalses, el recrecido de los existentes, el aprovechamiento conjunto de aguas superficiales y subterráneas, los trasvases de aguas entre sistemas de explotación, y el ajuste de los requerimientos ambientales a las circunstancias reales. A todo esto se suman otras opciones como la resolución de los problemas de embalses con posibles declaraciones de impacto ambiental negativas con la creación del «área de compensación ecológica».

Francisco Bueno reconoce que «hablar de los embalses en España es un tema complejo». Plantea que las actuaciones principales serían poner en marcha todas las presas recogidas en planes hidrológicos anteriores, y luego aumentar la regulación en la cabecera del Duero, con embalses nuevos y con el incremento de los recrecimientos en algunas zonas. «Otro problema es que este tipo de decisiones tardan en tomarse demasiado tiempo. Podemos estar más de 20 años hablando de un proyecto, además cuesta mucho poner en marcha una presa de este tipo porque los embalses llevan muchas obras asociadas y con unas inversiones importantes, y es algo fundamental para una sociedad agrícola como la nuestra», recalca.

Actuaciones consideradas imprescindibles y urgentes para su ejecución inmediata

El estudio sobre los recursos hídricos necesarios plantea actuaciones consideradas imprescindibles y urgentes, de ejecución inmediata, que son todas las ya recogidas en el Plan Hidrológico del Duero 2015-2021. Entre estos proyectos se incluyen los nuevos embalses de La Rial y Morales en el Sistema Órbigo; los de Fuentearriba, Las Cuezas 1 y Las Cuezas 2 en el Sistema Carrión; los embalses de Ciguiñuela, Azud de Carbonero y Lastras de Cuéllar en el Sistema Cega-Eresma; los de Margañán y Gamo en el Sistema Tormes; y los de Boedo y Las Cuevas en el Sistema Pisuerga. Algunas de estas nuevas presas ya no están previstas en el Plan Hidrológico del Duero que ha entrado recientemente en vigor para 2022-2027.

Recrecido de una buena parte de los embalses actuales antes del año 2027

 El plan elaborado por el Itacyl y Ferduero para dar una visión general de lo necesario en la cuenca del Duero para atender las demandas actuales y futuras, con las garantías necesarias y teniendo en cuenta la disminución de las aportaciones, incluye una serie de actuaciones consideradas imprescindibles y que deberían ejecutarse antes de 2027. Estas son nuevos embalses: Morla en el Sistema Órbigo; regulación de los ríos Cea y Valderaduey en el Sistema Esla-Valderaduey; y Majada de las Lenguas en el Sistema Alto Duero. Además propone el recrecido de Barrios de Luna en el Sistema Órbigo; Porma en el Sistema Esla-Valderaduey; Requejada en el Sistema Pisuerga; y Santa Teresa en el Sistema Tormes.

Ampliación de siete de los embalses actuales antes del año 2033

 El programa incluye una serie de actuaciones imprescindibles, cuya ejecución debería realizarse antes de 2033. En este plan se prevé los nuevos embalses: Chana en el Sistema Órbigo; balsas de regulación en el Páramos si fueran necesarias; balsas en Fuentes de Nava en el Sistema Carrión; y el embalse de Velacha en el Sistema Alto Duero. A esto se añadiría el recrecimiento del embalse de Riaño en el Sistema Esla; el de Compuerto y Camporredondo en el Sistema Carrión; el de Aguilar de Campoo en el Sistema Pisuerga; el de Cuerda del Pozo en el Sistema Alto Duero; el de Linares del Arroyo en el Sistema Riaza-Duratón; y el recrecimiento del embalse del Azud de Riolobos en el Sistema Tormes.

Proyectos que el informe plantea para ejecutar a medio y largo plazo

 El informe dirigido por el catedrático Francisco Bueno también plantea una serie de actuaciones a medio y largo plazo con nuevos embalses como el de Omaña en el Sistema Órbigo; los de Torío y Beberino en el Sistema Esla; el de Vidrieros reducido en el Sistema Carrión; el de Gormaz en el Sistema Alto Duero; el de Bernardos en el Sistema Cega-Eresma-Adaja; el de Los Llanos, La Valmuza y Alhándiga en el Sistema Tormes; y el embalse en el río Yeltes en el Sistema Águeda. Además, el informe plantea el recrecido de los embalses de Arlanzón, Uzquiza y Castrovido –todavía no ha entrado en funcionamiento–? en el Sistema Arlanza; el de El Milagro en el Sistema Tormes; y el de Irueña en el Sistema Águeda.