El uso indebido del imparable avance de la inteligencia artificial, que no sus positivas posibilidades, preocupa de forma generalizada los responsables de la Universidad de Burgos, ya sean del Rectorado o de los distintos centros académicos del campus. Así lo confirma Santiago Bello, decano de la Facultad de Derecho, quien pone el foco en las dificultades que presenta a la hora de detectar esta práctica en un trabajo de clase. «No creo que se den muchos casos, pero resulta casi imposible saberlo para poder justificar un suspenso», precisa.
De hecho, avanza que el profesorado ya se encuentra aplicando otras técnicas de evaluación, más cercanas a las tradicionales, que consisten en la exposición oral de esos trabajos (de cualquier índoles aunque con especial atención a los de fin de grado o máster) por parte de los estudiantes con el fin de «premiar a los leales en detrimento de los que no lo son». «Es necesario que exista ese contacto entre el docente y el alumno para que este tenga que acreditar que sabe el contenido de lo que ha escrito, de sus fuentes, de su alcance y de sus consecuencias», subraya, añadiendo en punto que de esta forma «la herramienta no le puede ayudar».
(Más información, en la edición impresa de este miércoles de Diario de Burgos o aquí)