Viene un tsunami. Pero no por los vuelcos que se puedan producir en las votaciones de este domingo, que no serán excesivos, aunque quizá sí significativos: el tsunami se va a producir inmediatamente a continuación, porque los partidos, exhaustos, han de lanzarse a preparar una nueva campaña, de seis meses de duración y que desembocará en unas elecciones generales que cambiarán España. Gane quien gane estas elecciones del domingo, ganador y perdedor, si es que los hay como tales, tendrán que adaptarse a las alianzas que inevitablemente surjan y a una cierta recomposición ideológica y estratégica interna: este 29-m empieza la gran carrera.
Ni 'las izquierdas' ni 'las derechas' podrán seguir siendo exactamente lo mismo que han sido hasta esta campaña, que no ha sido municipal ni autonómica, sino más bien propia de una confrontación ante unas elecciones generales. Si en la derecha es previsible una hegemonía del 'pensamiento Feijoo' sobre el radicalismo ocasional de Isabel Díaz Ayuso, en la izquierda lo más probable parece un declive de los esquemas clásicos de Podemos y una cada vez más clara alianza entre lo que representan Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, se traduzca política y jurídicamente esta alianza como se traduzca. Siga o no estando liderada por Pedro Sánchez, en los meses próximos nace una nueva izquierda de los rescoldos de la difícilmente clasificable actual.
El esquema no está cerrado. Pero ahora es el momento de la gran ausente en estas elecciones. Yolanda Díaz ha tenido un papel ambiguo, por ejemplo apoyando en Barcelona a Ada Colau y a Podemos, y ausentándose por lo demás bastante notoriamente de la campaña de los 'morados'. La aún vicepresidenta y ministra de Trabajo acercará previsiblemente posiciones hacia las tesis de Pedro Sánchez y se desmarcará de 'las belarras', que es como llaman a la cúpula de Unidas Podemos en el otro sector del Gobierno. Pero eso será en función de que UP pueda al menos salvar los muebles, lo que es bastante probable, en las urnas de este domingo.
Tras el maratón de esta campaña, en la que prácticamente ha visitado todas las autonomías, Sánchez se va a dedicar a la actividad internacional, preparando una presidencia de la UE en la que, sin duda, quiere darnos nuevas sorpresas. Curiosamente, el inquilino de La Moncloa tiene muy olvidado su papel de presidente de la Internacional Socialista, bien porque no le ofrece la rentabilidad inicialmente prevista, bien porque es ahora cuando va a tratar de ejercerlo con más plenitud. En cualquier caso, discrepo de quienes aseguran que el prestigio en el exterior no tiene réditos en el interior: Sánchez, muy gastado entre sus propios ciudadanos, busca consolidarse como un estadista de corte socialdemócrata, y eso casa mal con las alianzas con Bildu, Esquerra y 'las Belarras', teledirigidas por un Pablo Iglesias con imposible proyección en Europa y en la propia España.
Por eso, mi apuesta es que, tras el 28-m, se fortalecerá una 'alianza de realismo moderado' entre el PSOE y Sumar, que puede acabar desembocando incluso en una alianza preelectoral. Pero es preciso que Yolanda Díaz defina su estrategia de una manera nítida, lo que no ha hecho hasta ahora y que la 'sopa de siglas' a la izquierda del PSOE se aclare ante el electorado.
Por lo demás ¿seguirá siendo Sánchez el referente de esa 'izquierda posible' en España?¿Pretenderá serlo Yolanda Díaz, a la vista de que no hay un sucesor claro para Sánchez en el PSOE? Yo pienso que la auténtica disputa entre ambos, que en algún momento se producirá, radica precisamente en este punto: ¿ cuál es la izquierda a la que votan los españoles?¿La de Díaz?¿La de Sánchez?¿Son, en realidad, tan diferentes? Puede que, el 29-m, empiece a haber respuestas a estas preguntas.