Un viaje al pasado lejano

A.B.
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El Mercado Medieval congrega a centenares de personas, entre mirandeses y foráneos. La hostelería reconoce que se han superado las cifras de ediciones previas y los turistas se llevan una grata sorpresa al conocer el Casco Viejo

El Casco Viejo atrajo a muchos mirandeses y foráneos, sobre todo, a última hora de la mañana y durante la tarde. - Foto: A.B.

Miranda se ha montado en el DeLorean para viajar al pasado lejano y disfrazar alCasco Viejo con ropajes medievales. Por las calles de este barrio caminan los arlequines y los gigantes, suenan los tambores y las gaitas, y se juntan los aromas del jabón casero y la comida tradicional árabe. El choque de culturas del MercadoMedieval tiene el éxito asegurado, como está volviendo a quedar demostrado durante este fin de semana. Ayer mismo este tradicional evento logró agrupar por la ciudad a centenares de personas. Algunas de ellas eran del propio municipio, pero muchos no, muchos llegaban desde otros puntos del norte.

En la época de los castillos y las mazmorras, de los monarcas y los vasallos, había torneos de caballeros que movilizaban a todo el reino. En los tiempos actuales el deporte ejerce esa función y Miranda dio buena cuenta de ello ayer. Entre los figurantes del Mercado Medieval se colaron una serie de siluetas ataviadas con camisetas blanquiverdes y banderas en las que figuraba el lábaro cántabro. Los aficionados del Racing de Santander, que llegaron a la ciudad del Ebro contados por cientos, aprovecharon la visita futbolística, pues su equipo jugaba contra el Mirandés, y se llevaron una grata sorpresa.

Según comentaba Víctor, el de ayer no era su primer viaje a la ciudad burgalesa.Sin embargo, se enteró cuando se bajó del autobús de que estaba celebrándose el Mercado Medieval y decidió cambiar su itinerario habitual para caminar hacia elCasco Viejo. Comentaba que siempre se había movido por la parte más moderna, por lo que Miranda no le «parecía precisamente bonita». Sin embargo, tras dar un largo paseo viendo los puestos y probando algunos manjares junto a la antigua iglesia de San Juan, reconocía que «en esta zona la cosa cambia completamente».

Centenares de aficionados del Racing alternaron en el barrio.Centenares de aficionados del Racing alternaron en el barrio. - Foto: A.B.

Su amigo Ramón, también seguidor acérrimo del Racing, como demostraba su indumentaria, añadía que no solo le estaban 'atrapando' las calles principales, sino que fuera de ellas había elementos muy llamativos. Entre estos, destacaba que «el castillo está muy chulo». Es decir, ambos, y el resto de su grupo, se quedaron muy sorprendidos con el barrio mirandés.

Esa grata sorpresa fue aún mayor porque visitaron esta zona en pleno apogeo del Mercado, cuando el reloj marcaba las 13:00 horas. Sobre el evento, los cántabros explicaban que «tiene mucho ambiente» y hasta lo comparaban con los de grandes urbes. Ramón apuntaba que «es como el de Santander, aunque sea una ciudad mucho más grande y allí se haga en una sola calle». Conforme a su descripción, en espíritu había un empate entre la actividad de ambas ciudades (como más tarde ocurrió entre sus equipos de fútbol) y en cuanto al número de puestos la cosa también estaba «igualada».

Ese factor, el aumento de las casetas, no pasó desapercibido para nadie. Los hosteleros se frotaban las manos al ver como mientras sonaban las trompetas de palacio y los niños construían yelmos de cartón, los clientes no paraban de entrar. Por ejemplo, Álvaro, de El Esperpento, explicaba que «como el tiempo está acompañando, está viniendo mucha gente y se está trabajando muy bien, hay más que otros años», algo que en parte estaba provocado por «el aumento de turistas de fuera» y el «mayor número de puestos». Con ello, añadía que, como dependen «mucho de este tipo de citas», les gustaría que «fueran bastante más habituales, porque es de las pocas cosas que se hacen en el barrio y parece que así lo limpian y lo hacen atractivo».