«Cada vez es más insoportable»

F.L.D. / Burgos
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Los vecinos de la calle Briviesca, que sufren todos los fines de semana ruidos, suciedad y peleas, aseguran que el hartazgo es cada vez mayor

Agentes del cuerpo municipal de Policía, durante un dispositivo de control en el bar La Clave. - Foto: Alberto Rodrigo

En la calle Briviesca saben que a partir del viernes el plácido sueño termina puntualmente a las seis de la mañana. Es la hora a la que abren La Nube y La Clave, los dos bares que llevan más de un año trayendo a los vecinos de cabeza. «Ya no es solo los ruidos y la suciedad que te encuentras esa misma mañana. Es el miedo que pasas cuando sales de casa para ir a trabajar o a disfrutar del domingo», cuenta visiblemente alterada Alejandra, residente de uno de los bloques donde las molestias son «insoportables». Vive en ese estado, confiesa, desde que empezaron los problemas. No es la única. Jubilados, familias, niños, adolescentes. Son decenas las personas que cada fin de semana padecen las molestias desde sus casas y salen de ellas con tiento para evitar problemas. 

La propia Policía Local reconoce lo difícil que es solucionar este preocupante problema. «Ya el hecho de que al vernos aparecer tiren la droga al suelo habla de su actitud. Hablan mal a los agentes, vuelven a las andadas en cuanto nos damos la vuelta... Su estado de embriaguez tampoco ayuda», describe el jefe operativo del cuerpo, Juan Romo, quien advierte de la dificultad de detener o imputar delitos. Una vecina del número 25 que prefiere no dar su nombre lo corrobora. «Les da absolutamente todo igual. Vienen muchas patrullas, a veces con los perros. Otras veces pasan y paran un rato. Están calladitos y tranquilos en ese momento, pero en cuanto se van, la vuelven a liar. Y así todos los días. Es desesperante». 

Los viernes no solo sufren los residentes, también los comercios. No pocas veces el responsable de Alfombras Ardekan ha tenido sus más y sus menos con sujetos que, completamente borrachos, han entrado en su establecimiento a tirarse encima de las muestras de exposición. Por no hablar de la suciedad por orines y vómitos que han tenido que limpiar en sus propias puertas. 

Pero lo que más inquieta en este vial de apenas 200 metros es el ambiente «peligroso» que se respira desde primera hora de la mañana. Padres con niños a los que tienen que llevar al colegio los viernes, o a practicar deporte los sábados, confiesan que «a veces da cierto respeto pasar a su lado porque te miran mal, o están buscando cualquier excusa para liarla». Hay algunos chavales que, por miedo, esperan en los portales a que sus progenitores acudan con el coche hasta la puerta y ellos salir corriendo. «Es tal el hartazgo que hay hasta cierta resignación en el barrio. La esperanza de que un día cierren los bares, por lo menos La Clave, que es el que más problemas da. Muerto el perro, se acabó la rabia», indica Alejandra.