Como en el menú de cualquier restaurante, en la política mirandesa existen platos para todos los tipos de paladares. La campaña electoral acaba de comenzar y cada partido remueve la olla con el objetivo de intentar desprender el aroma que atraiga al mayor número de comensales. Eso sí, puede que los habitantes de la ciudad se dispersen entre tanta variedad, lo que supondría mezclar raciones muy diversas de la carta. Y, ahora mismo, los pactos transversales se antojan cuanto menos complicados. De hecho, parece una auténtica quimera que los polos alejados lleguen a maridar correctamente.
Sin embargo, los alcaldables de la ciudad del Ebro hacen un esfuerzo y comparten la franja del mediodía de la mano de Diario de Burgos en el maravilloso restaurante Erre de Roca, del afamado chef Alberto Molinero. Van llegando escalonados a la cita, pendientes de sus ocupaciones, que en plena precampaña no son pocas. Primero aparece Marian Rocandio, de Miranda Gana, diez minutos antes de que el reloj señale la hora acordada. Acto seguido, en la puerta del establecimiento de la calle Ronda del Ferrocarril se juntan Miguel Ángel Arbaizar, de Vox, y Vanesa García, de Ciudadanos. Dialogan, parecen entenderse, los ingredientes de tonos verdes y naranjas, a priori, combinan.
Un poco más tarde se presentan los dos principales aspirantes a la Estrella Michelin, que en este caso representa la Alcaldía. Sergio Montoya, del PP, casi coordina con Aitana Hernando, del PSOE, su llegada. Al menos en eso ya se ha dado un acuerdo. Sin mucha dilación, hace lo propio Guillermo Ubieto, el líder de la coalición de IU y Podemos, a quien no le convence mucho la espectacularización del reto electoral y prefiere seriedad.
Tampoco a Rocandio le convence ningún juego con cuchillos, así que rápidamente deciden descartar esa idea. Casi mejor, porque por lo visto a la parte izquierda del restaurante se le atraganta un poco la del fondo a la derecha. No obstante, en Erre de Roca hay muchas alternativas, por algo se alza como uno de los principales restaurantes de alta cocina en la ciudad. Así, se descorcha un chacolí mirandés.
No hay una mejor forma de para pasar el mal trago para algunos. Ubieto hace gala de su experiencia profesional en el sector de la hostelería, toma la botella y reparte entre las seis copas el brebaje creado a orillas del Ebro. Brindan y se desean suerte. Aciertan con ello, seguramente la vayan a necesitar durante las próximas dos semanas.
A continuación, comienza el juego de sillas. Unos de pie, otros sentados, al final encuentran un hueco para departir entre rivales (...).
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