La luz en la oscuridad de Carlos Sáez

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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El artista y director de la Academia Provincial de Dibujo inaugura este viernes, en la Sala Picasso, una colección de obras realizadas en los últimos años que son la expresión destilada de su mirada exterior e interior

Carlos Sáez posa con dos de las obras que estarán en la exposición. - Foto: Patricia

Hay una obra en la esperadísima nueva exposición de Carlos Sáez que podría resumir el espíritu de la misma: una geometría de negros y de grises se van superponiendo hacia una suerte de abismo cada vez más oscuro. Sin embargo, al final en ese fondo remoto y tan lejano hay luz; una suerte de claraboya inesperada, como si en la noche más oscura y desesperada -en un deambular perdido por los corredores del alma y de la negritud que a todos atenaza- esos pasos extraviados se toparan con una luciérnaga, metáfora esperanzadora, fulgor al que aferrarse para que todo pueda cambiar: incluso el camino y el destino. El artista burgalés, a la sazón director de la Academia Provincial de Dibujo, inaugura muestra después de varios años de ausencia en la capital. Lo hará en la Sala Picasso (Avenida de la Paz, 18), a partir de este viernes. Negrosso es el título que ha escogido el que posiblemente sea uno de los creadores más talentosos, deslumbrantes y diferentes de esta tierra, dibujante diferencial y referente de tantos creadores. La muestra contará con una quincena de obras de diversos formatos que son la radiografía exacta del interior del artista durante los últimos años, un tiempo marcado por experiencias personales duras pero también de superación, de redención, de catarsis. De reinvención como una manera de regresar al estado que necesita alguien tan activo e inquieto como él; alguien que rezuma arte por los poros, por todos los costados, y en cuya mirada -siempre tierna, siempre inteligente- late la ambición de otear siempre más allá.

Explica el dibujante y pintor que la serie que podrá verse surgió durante largos paseos junto al río, en esa hora inconcreta del atardecer en el que las últimas luces ya se funden con los primeros pigmentos de la noche, y en los edificios comienzan a encenderse la luces de esa gran colmena que es la ciudad, con todas esas vidas anónimas que la habitan. Silencios recogidos, reflexión, observación hacia afuera y hacia adentro. Sucede que esta muestra es también fruto del azar: los cuadros que pintó entonces Carlos Sáez quedaron arrumbados, como olvidados, y fue de casualidad que se le hicieron presente cuando menos lo esperaba. Durante una mudanza, esas obras que había inconscientemente apartado en algún lugar recóndito de su mente le interpelaron; de alguna forma, le agarraron de la pechera y le dijeron: llévanos a la luz, Carlos. Compártenos. Hazlo por nosotros y por ti. 

Dice Carlos Sáez que esa serie, llamada Negrosso porque predomina en ellos el negro, no es ni mucho menos un réquiem, ni un canto funeral; más al contrario, están salpicados de colores, de guiños luminosos que invitan al espectador a abismarse en ellos, a interpretar esa melodía de trazos virtuosos, a buscar en ellos todo lo que se puede encontrar, que es mucho e incluso todo. Ahora, tiempo después de haberlos estampado sobre el lienzo, el propio artista admite reconocerse, identifica el momento personal en el que fueron pintados con necesidad, con urgencia, con vocación de eternidad. Hay zozobra, tormento, también tristeza; pero hay asimismo un ejercicio superlativo de precisión, de búsqueda de la belleza, del trazo impecable, sugerente, enigmático, armónico e incluso sensual, porque la mano de Carlos Sáez atesora secretos, sueños, vida. «Todo eso que sentía entonces está en esta exposición. Aquellos paseos junto al río, la irrupción ante la vista de edificios altos, como una ensoñación futurista o de ciencia ficción... Quise dar una vuelta al negro, color que llevo trabajando muchos años. Pensé en hacer collages, como puede verse en alguno de los cuadros. Hay trozos de papel que dan color. Como luz en la oscuridad. Creo que de alguna forma es eso: esta exposición es luz en la oscuridad», explica el artista.

Confiesa que siempre se ha sentido más dibujante que pintor; y en esta serie domina el rotulador negro. «Me da muchas satisfacciones, esa calidad subyacente que me ofrece... Cada cuadro está muy trabajado, muy mimado... Siento que está expresada esa idea que está a caballo entre la ciencia ficción y la realidad... He necesitado la perspectiva de los últimos meses para darme cuenta de que había una coherencia en todos los cuadros. Y por eso esta exposición». Es Carlos un hombre de acción, de una creatividad incontenible y una sensibilidad superlativa. Esta exposición es un punto de inflexión para el artista burgalés, que recobra con ella la ilusión, las ganas de seguir creando, imaginando, dibujando, pintando. Las ganas de desterrar las sombras ominosas que siempre acechan a las almas sensibles para combatirlas con las herramientas más invencibles: el talento, la belleza, los sueños. 
Y siempre la luz.

* 'Negrosso'. Carlos Sáez. Sala Picasso (Avenida de la Paz, 18). Hasta el 15 de febrero. Horario: de lunes a viernes, de 10,00 a 14,00 horas y de 17,00 a 20,00 horas. Sábados, de 11,00 a 14,00 horas.