Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Paz

20/12/2022

Paz. Esta palabra-concepto-meta-esperanza tendría que figurar todos los días del año, y todos los años, en primer lugar de nuestras prioridades. No lo está, como bien se puede comprobar sin necesidad de abrir una investigación. Y no me refiero solamente a lo contrario del mal, la guerra, que está machacando muchas partes del mundo (Ucrania, Yemen, Sudan, Libia, Palestina), sino también a la ausencia de esa necesaria paz en el interior de nosotros mismos, en nuestras relaciones con los demás (incluidos los más cercanos), en todo lo cotidiano, eso que hace la vida más llevadera o la convierte en un infierno. Por todo eso es muy de agradecer que esa palabra, paz, se convierta en estas fechas en uno de los principales deseos, al menos de boquilla, de las felicitaciones navideñas. ¡Cómo nos acordamos de la paz ahora! ¿Por qué no la recordamos siempre y tratamos con ello de hacer, y hacernos, mejor la existencia? Es uno de esos misterios que llevan siglos sin ser desentrañados. Y uno tiene la impresión de que, conforme pasa el tiempo y «progresamos», vamos a peor en este terreno. Verbigracia: en España estamos asistiendo a un insufrible y peligrosísimo deterioro de la convivencia. ¿Podrá frenarlo el llamado espíritu navideño? Tengo mis dudas. pero no estorba pedir a los protagonistas que bajen el pistón de la crispación, que cuiden las formas y el lenguaje, que asuman, y ejerzan, todo lo que supone el vocablo paz. Y si no dan para tanto, que, al menos, se concedan, y nos concedan, estos días una tregua. O sea, que detengan este clima irrespirable y celebren como tiene que ser el Nacimiento del Niño Dios. La sociedad se lo agradecerá. Todos nosotros, la gente de a pie, les daremos las gracias. Sería muy duro estar cantando villancicos y comiendo turrón mientras en radios y teles escuchamos insultos, exabruptos y acusaciones, mientras leemos en la prensa titulares y reseñas de broncas y más broncas, de desacuerdos en todo y por todo. Se nos cortaría la digestión y los cantares navideños casi se transformarían en arengas bélicas, en odios. Y eso sí que no. Así que, por favor, una tregua. Y que dure. Y, por mi parte, Felices días y PAZ y PAN para todos.