17 ataques de lobo en un año

A.C. / Rozas de Valdeporres
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El joven Josemi Sainz Sainz ha perdido en Valdeporres 36 vacas y yeguas desde febrero del pasado año en 17 sucesos, todos denunciados a Medio Ambiente. «Cuando sufro los ataques del lobo, mi madre me dice que deje la ganadería»

José Miguel Sainz Sainz, ayer en los prados del monte de Rozas de Valdeporres con parte de sus vacas recién paridas y terneros. - Foto: A.C.

En su teléfono hay miles de fotos y videos de vacas y caballos. Son las únicas imágenes que tiene. Su ganadería es su vida y a ella se entrega desde las siete de la mañana hasta muy entrada la noche. José Miguel Sainz Sainz, de 34 años, lo apostó todo hace más de una década por lo que más le gusta, los animales y el contacto con la naturaleza. Comenzó con 25 vacas y 19 yeguas en 2010 y ya ha pasado a 250 y 50, respectivamente. Pero el lobo acosa su explotación sin piedad y lleva acumulados 17 ataques desde el 28 de febrero del pasado año con 36 animales perdidos, todos ellos denunciados ante Medio Ambiente, a pesar de que no ha recibido aún compensación alguna. Las tres últimas novillas, dos de diez meses y una de cuatro, aparecieron muertas el lunes en los prados de Rozas de Valdeporres, donde las había bajado huyendo del lobo que acecha más en el monte Río Nela, donde pasta el grueso de su cabaña.

El lunes eran las cinco de la tarde y no había comido. «No sé si voy o vengo», admitía en su primera llamada a DB. «Cuando sufro estos ataques, me desanimo totalmente. Mi madre me dice que deje esto y busque un trabajo, pero no quiero dejar mi explotación», lamenta Josemi, quien estudió en Cantabria un ciclo superior de FP de Gestión y Organización de Empresas Agropecuarias, porque tenía muy claro su futuro, a pesar de tener que empezar de cero, al no descender de familia ganadera.

Durante años compatibilizó la ganadería con un trabajo en la panadería de Pedrosa de Valdeporres. Las jornadas comenzaban a las 4.30 de la mañana. Cuando su ganadería tomó cuerpo dio el salto a esta única actividad. En estos años de sacrificio sin días libres ni vacaciones, a excepción de seis que pasó en Mallorca, ha comprado dos tractores, máquina de bolas y fincas, en una de las cuales proyecta construir una nave de 1.050 metros cuadrados para novillas y vacas recién paridas con sus terneros.

Así amaneció el lunes una de las novillas atacadas el domingo por el lobo. Así amaneció el lunes una de las novillas atacadas el domingo por el lobo. - Foto: DB

Ha recibido una subvención de 50.000 euros de la Junta de Castilla y León gracias al Plan de Mejora que ha presentado, pero la inversión en la nave, el estercolero y la tejavana para guardar su maquinaria rozará los 300.000. Al pasar junto a la finca en el Alto de la Varga empieza a explicar dónde irá cada cosa, cómo aprovechará el desnivel de la pradera. Parece que la está viendo. Su ilusión es palpable.

Las mejores. Pero el lobo no para de darle mordiscos a sus animales con ataques que se han sucedido en febrero, marzo, abril, mayo, julio, agosto, septiembre, noviembre y diciembre del pasado año. En 2023, el lobo ha regresado en febrero -una potranca-, dos veces en marzo -dos terneros- y el domingo. Josemi se sabe los crotales de sus animales de memoria. Identifica a todos en la lejanía. Es capaz de observar desde la carretera a cientos de metros, si la yegua negra ha parido ya o no. Apunta sin cesar en su libreta todos los nacimientos. El domingo parieron cinco vacas. En la noche de ayer, otra. Anota en su inseparable libreta el crotal de la madre, lugar de nacimiento, sexo, raza... Después lo meterá los datos en el ordenador y solicitará la guía. La burocracia y las gestiones por internet no le agobian. Su peor pesadilla es el lobo y ver muertas sus tres novillas de reposición, seleccionadas entre decenas para convertirse en madres por sus aptitudes y su árbol genealógico.

Asegura que vigila cada día a casi todos sus animales, aunque algunos son difíciles de localizar. Los prismáticos le ayudan y pronto estrenará doce collares con GPS que le ha subvencionado la Junta de Castilla y León y que le facilitarán el manejo. Pero dice sentir rabia por como critican a su sector los defensores del lobo, «porque mis animales no están abandonados». En voz alta se pregunta «dónde meto yo 260 cabezas de vacuno, si no caben en ningún sitio». Guardar a los animales cada noche, además, lo ve inviable por el trabajo que supondría bajarlos del monte.

Con la inclusión del lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial en 2021, dice que los ataques se han disparado. Confía en las nuevas indemnizaciones establecidas por la Junta y presentará una reclamación patrimonial en los tribunales, pero pesa tanto o más el desánimo como las pérdidas económicas.