La parroquia de San Cosme y San Damián vivió unas jornadas de mucho ajetreo en el mes de septiembre de 2019. Hasta en tres ocasiones los ladrones visitaron la iglesia con distinto grado de éxito. Una de las veces el caco tuvo que huir cuando fue sorprendido intentando entrar en la sacristía. Al poco tiempo el mismo delincuente sí que daba un buen golpe con la sustracción de 2.000 euros recaudados de la venta de entradas a los feligreses para acudir a las Edades del Hombre de Lerma. Y, por último, en la madrugada de un miércoles tres individuos forzaron la puerta trasera -la que da a Barrio Gimeno- con una palanca, llegaron a la sacristía y solo se pudieron llevar 50 euros. Las alarmas saltaron, los sacerdotes que dormían en los pisos superiores bajaron y pudieron ver cómo los delincuentes huían.
La Policía Nacional consideraba que todos estos hechos estaban conectados. En definitiva, que los autores eran los mismos. Tenía lógica, al menos en los dos últimos casos. Tras conseguir un botín de 2.000 euros el mismo ladrón se hizo ilusiones de que en la iglesia siguieran guardando tales cantidades de dinero y regresó para dar un nuevo 'palo'. Pues bien, el juzgado de lo Penal número 1 de Burgos considera que el intento de robo y el asalto en el que fue sustraída la recaudación de entradas sí fueron obra de la misma persona, de un hombre que en aquella época tenía en vigor una orden de entrada en prisión. Sin embargo, estima que no hay pruebas de que fuera el autor del último de los atracos. Así, le ha condenado a dos años de prisión como culpable de un delito continuado de robo con fuerza.

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