La covid-19 ha causado una de cada 3 muertes en residencias

Angélica González
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El hecho de ser comunidades cerradas ha facilitado el contagio y en muchos casos la falta del personal suficiente ha hecho que la atención se resintiera. Servicios Sociales ha incorporado dos inspectores para constatar que los geriátricos burgaleses

Las residencias de ancianos son uno de los ‘puntos negros’ que más preocupan. - Foto: Alberto Rodrigo

No es ninguna noticia a estas alturas decir que los ancianos son el tramo de la sociedad más profundamente afectado por la covid tanto en morbilidad como en mortalidad, a pesar de que la enfermedad también está haciendo estragos en otros tramos de la población. En la primera ola, la media de edad de quien necesitó un ingreso en el Hospital Universitario de Burgos fue de 70 años y estas personas precisaron alrededor de13 días para poder recuperarse, según datos del propio centro sanitario. Los números nos dicen también que desde el pasado mes de marzo hasta el 27 de noviembre han fallecido en centros residenciales -tanto de mayores como de discapacidad y viviendas tuteladas- un total de 1.224 personas, de las que 274 murieron con covid-19 confirmada y 109 con síntomas compatibles (383 en total), según fuentes de la Junta de Castilla y León. Esto supone que más del 31%, uno de cada tres fallecimientos en residencias, han estado provocadas por el coronavirus.

A pesar de la prolijidad en los datos que aporta a diario desde el inicio de la crisis sanitaria y del ejercicio de transparencia que está haciendo el Gobierno regional con respecto a todo lo relativo a la respuesta a la covid, no se puede saber -«no está desagregada esa información»- cuántas de esas 383   personas fallecidas vivían en geriátricos, aunque la gerente de Servicios Sociales en Burgos, Marian Paniego, asegura que «la mayoría», ya que, por suerte, los fallecimientos en residencias de personas con discapacidad y en viviendas tuteladas han sido «muy pocos»: «En cualquier caso, dentro de las personas con discapacidad muchas de ellas tienen un envejecimiento prematuro, por lo que también estaríamos hablando de personas mayores». La gerente explica, además, que se han encontrado con el fenómeno de que, a pesar de que los datos no son en la actualidad nada buenos, tal y como explicábamos en nuestra edición del pasado viernes, los centros más afectados en la primera ola están ahora con bastantes menos casos que entonces y, al revés, los que se salvaron en aquellos meses están resultando estar bastante «más tocados», una circunstancia que también confirman desde la Gerencia Atención Primaria, cuyos profesionales han apuntado en alguna ocasión que puede deberse a que los más afectados en marzo, abril y mayo hayan podido crear una suerte de inmunidad de rebaño.

Son varias las razones por las que los geriátricos han sido y son los ‘puntos negros’ de la mortalidad de la pandemia en las dos olas que, de momento, estamos sufriendo. El internista y médico consultor para Atención Primaria de las residencias de Burgos, Juan Francisco Lorenzo, reflexiona sobre el hecho de que al ser comunidades cerradas «el contagio en ellas ha sido más fácil, sobre todo en las más pequeñas, que no tienen capacidad de sectorización, y fundamentalmente en la primera ola, porque creo que ahora se está haciendo algo mejor». En este sentido, destaca también los problemas de personal en algunos geriátricos «donde habitualmente es escaso y puede ser ‘adecuado’ para situaciones de normalidad pero no para cuando ocurre algo como en estos momentos en los que las personas requieren mucha más atención», sin olvidar que muchos profesionales también han enfermado como consecuencia de estar en ese contexto: «Si hay más necesidades y menos personal, es lógico que la atención se resienta».

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