Asomó, fugazmente, de uno de los pocos encinares que prosperaban en las cercanías del pueblo de Mecerreyes. Fue el último lince confirmado en la provincia de Burgos, quizá el mismo que inspiró a Félix Rodríguez de la Fuente para hacer un capítulo demoledor de El Hombre y la Tierra (1979) sobre la inminente extinción de un felino único en el mundo y de belleza y valor excepcionales.
Estamos a mediados de los años 60 del pasado siglo. El conocido como lobo cerval o 'las gatas' entre los habitantes de los pueblos aguanta la caza indiscriminada, los venenos y las trampas, la fragmentación de territorios por carreteras y grandes infraestructuras, pero ya no puede más cuando una enfermedad, la mixomatosis, diezma al alimento esencial para su dieta:el conejo.
El lince, del que se han encontrado vestigios en los yacimientos de Atapuerca que confirman su vinculación ancestral al territorio, desaparece de Burgos a lo largo de los años 70, aunque se suceden algunos avistamientos aislados y sin confirmar, sobre todo, en cruces furtivos ante automovilistas por las carreteras de la provincia. Ocurre lo mismo en Zamora, Salamanca y también en el sur de Ávila.
En 1996 fue declarada especie protegida. A principios del actual siglo, este animal endémico de la Península llega a su mínimo histórico (menos de cien ejemplares vivos) refugiado en Doñana, Sierra Morena y los Montes de Toledo.Se encienden todas las alarmas avisando de su inminente extinción: se convierte en el felino más amenazado del mundo.
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