Una segunda vida para las sabinas

B.A. / Burgos
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Fernando Bartolomé, carpintero de Mamolar, usa la madera quemada en el incendio de Quintanilla del Coco para dar forma a la primera parte del mobiliario del Parque Natural Sabinares del Arlanza-La Yecla

Una segunda vida para las sabinas - Foto: REBECA RUIZ BARBERO

Tiene un olor y un tono rojizo característicos, y en algunas de sus partes aparecen pequeñas sombras negras. Como en nuestra piel las cicatrices muestran heridas de un pasado, esta madera de sabina también deja entrever con esas manchas oscuras la batalla sufrida, la del fuego que asoló gran parte del Parque Natural Sabinares del Arlanza-La Yecla en verano de 2022. Una madera que se ha reciclado para que disfrute de una segunda vida dentro del espacio protegido, en este caso como protagonista de parte del mobiliario sobre el que se colocarán los paneles informativo.

Fernando Bartolomé Mozo, carpintero de Mamolar, está ultimando un primer encargo, que también ha servido para comprobar que, a pesar de haber sufrido un incendio, esas sabinas sigue conservando todas sus propiedades, además de una innegable belleza.

En su taller de esta localidad burgalesa, donde nace el río Lobos, ha ido creando tres tipos diferentes de soportes sobre los que después se instalará panelería: una de gran tamaño, con alrededor de 3 metros de altura; otro similar, pero con 2 metros; y mesas interpretativas. Todos ellos construidos sobre elementos metálicos a los que ha dado forma un herrero de Huerta de Rey. 

Ya sólo queda bañarles en barniz, después, los técnicos del Parque Natural colocarán sobre ellos la información que consideren. La idea es que contengan mapas y otros datos relacionados con el espacio protegido, como podrían ser aspectos sobre su flora, fauna, riqueza o patrimonio. 

La directora del espacio natural, Beatriz Cabeza, explica que apostaron por esta iniciativa para demostrar que incluso quemadas, aquellas sabinas podían ser utilizadas, «y también porque queríamos que una parte de esa madera se quedara en el parque a la vista de todos». Concretamente, procede del monte de SantoDomingo de Silos y se cortó a medida en una serrería de Espejón (Soria). En Mamolar, Fernando la cepilló, la labró y la acopló a los hierros. Ha tardado unas tres semanas en concluir los 18 elementos. «Antes hice uno de cada medida, para ver como quedaba. Gustó y seguimos adelante», comenta el profesional de esta localidad, incluida en el parque. 

Fernando asegura que no ha notado ninguna diferencia a la hora de trabajar esta madera quemada respecto a otra que no lo está. «Es exactamente igual, lo único, que en los troncos más delgados se aprecia en la tabla parte de la corteza, y es donde aparece lo negro de lo quemado, pero no pierde nada», relata el carpintero, quien afirma que es parte del encanto de este encargo el hecho de que se vean esas zonas oscuras. «Han tenido una idea genial cuando pensaron en destinar estos árboles para este fin, es una forma de reutilizar», añade.

mucho aguante. La madera de sabina es especialmente resistente en el exterior. «Aguanta muchísimo, no se pudre ni apolilla, es la que tradicionalmente se usaba para hacer los cercados de ganado de la zona, pero requiere de cierto mantenimiento, como toda la madera que está a la intemperie», reconoce el carpintero, que aconseja que el mobiliario que ha creado se vuelva a barnizar en 3 ó 4 años. 

No es habitual que un carpintero pueda trabajar con la sabina como materia prima. «Es muy difícil de conseguir, no se corta ni vende, lo que sí he hecho es reciclarla», detalla Fernando Bartolomé, que cuenta que hay clientes que le han traído vigas de madera de sabina de tenadas o viviendas antiguas y que a partir de ahí les ha creado diferentes muebles. «Antes se usaba mucho en la construcción, porque es lo que tenían los vecinos del Parque Natural a su alrededor, y puedo decir que después de décadas utilizándose sigue estando como nueva y lista para convertirse en una mesa o una puerta, por ejemplo», detalla. 

Acostumbrado a hacer de todo dentro de una vivienda, desde puertas, a armarios, escaleras, barandillas, suelos o muebles, para Fernando este ha sido un encargo singular. «Nunca había hecho este tipo de señales. Normalmente todo lo que elaboro se queda en el interior de las casas, sin embargo este va a estar en el Parque, para que lo disfruten todos los que vengan a visitarlo», comenta satisfecho.