La colección mirandesa que merece un museo

Ó.C. / Miranda
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El artista local Ignacio Villahoz recopila todo tipo de artículos vinculados a la ciudad desde hace 40 años. Ahora pone en marcha una asociación con el reto de lograr un espacio para almacenar y enseñar todos los tesoros encontrados

Villahoz prepara su primera exposición en Miranda con una pequeña muestra del mundo del cine en la ciudad. - Foto: Ó.C.

Toda una vida detrás de artículos relacionados con Miranda. El artista y coleccionista local, Ignacio Villahoz, reconoce que ha pasado los últimos 40 años buscando postales, fotografías, facturas de empresas, pegatinas, programas de fiestas y casi cualquier cosa relacionada con la ciudad. Todo lo que guarda en casa impresiona y admite que no puede decir cuántos artículos ha recopilado en las cuatro décadas. «Es incalculable», resume, y para ello muestra varias habitaciones con cajas amontonadas «sin clasificar», y alguna que otra estantería repleta de documentos ya ordenados. 

«Empecé cuando tenía doce años con todo tipo de cosas», arranca el protagonista, que añade que con el paso del tiempo se centró más en su ciudad. La pregunta de qué hacer con todo lo que tiene retumba desde hace tiempo en su cabeza. Por eso, junto a su mujer Laura Preciado ha puesto en marcha la Asociación Museo de Miranda. «Él está enfermo y no nos gustaría que se perdiera lo que tiene», explica la que se ha puesto como presidenta en el colectivo, quien aclara que en un primer momento «decidimos hacer una fundación». Esa primera intención la tuvieron que rechazar, «porque había que tasar todo», indica Preciado, lo que hubiese supuesto un gran esfuerzo de tiempo y dinero, por lo que «lo dejaremos para más adelante», completa Villahoz, que no da por aparcado el asunto.

De momento, han registrado la asociación y anuncian que echa a andar sin un local de referencia. Ese es el principal objetivo, que ya han transmitido a los responsables municipales, porque lo que queremos es «tener un espacio para crear una exposición permanente con artículos de la ciudad y otra sala para hacer otras muestras más pequeñas y de diversos temas», apunta Preciado. Villahoz también tiene su vertiente artística. De hecho, creó el monumento a los sanjuaneros infantiles y ese futuro museo también podría mostrar esa faceta, aunque solo con la parte de coleccionista podría convertirse en realidad.

Lo haría con tesoros locales y Villahoz señala un armario en el que guarda «las fotos de Miranda del siglo XIX», de las que conserva varios originales. Tras este ejemplo acude a una vitrina en la que muestra cerillas, «o una de las piezas que tiene más valor para mí, que es una fiambrera decorada con un cuchillo por un vigilante fascista italiano del campo de concentración» menciona el coleccionista, quien afirma que «esto es una joya».

Precisamente ese triste pasaje de la historia local tiene mucha importancia en todo el proyecto, porque en este tiempo ha conseguido ampliar los artículos relacionados con la vida entre barracones. «Tenemos las cartas de un preso, que se llamaba Anthony Evans y que escribía a una mujer, Josefina Ballesca, en Barcelona y guardamos como diez postales que envió, porque si las mandaba en cartas se las abrían y no llegarían», explica Preciado. También enseñan recomendaciones para que pudieran salir los presos del campo, reconocimientos médicos o cartas de libertad de los prisioneros.

El ferrocarril también tiene peso en su colección, «porque mi padre trabajaba en la estación como funcionario y me llevaba de pequeño», reconoce el coleccionista. Ahí también plantó una semilla que le ha llevado a conseguir fotografías y multitud de elementos relacionados con el mundo ferroviario.

En las cuatro décadas dentro del mundo del coleccionismo ha visto la evolución. «Al principio conseguía muchas cosas en ferias nacionales y también extranjeras, subastas y luego en internet», matiza Villahoz, que hace memoria para explicar el lugar más insospechado en el que encontró algo relacionado con la ciudad. «Conseguí un positivo de una maquina de vapor en Sudáfrica», afirma el mirandés, que también menciona Israel «para cosas del campo de concentración de Miranda».

Punto de partida. La asociación y toda la colección que aporta Villahoz suponen un punto de partida, aunque su visión va mucho más allá y piensa en vecinos y empresas que puedan aportar su granito de arena para que el museo soñado crezca. «Todo esto podría aumentar con los documentos que nos cedan», afirma el coleccionista, que considera que de esta manera muchos de los elementos que quedarían olvidados en la historia permanecerían guardados y listos para cualquier cometido.

Su primer acto lo celebran la próxima semana en la Casa de Igualdad, donde mostrarán una pequeñísima parte de la colección, que tiene que ver con el cine en Miranda. El miércoles 3 de mayo la inauguran y «todos los artículos que mostraré tiene su origen en la ciudad», asevera Villahoz, que enseña los anuncios de películas que conserva, aunque «de las ochos salas que teníamos localizadas tenemos imágenes de siete», detalla Preciado.

Mientras tanto, el matrimonio da vueltas al lugar en el que podrían encontrar su hueco en la ciudad. Villahoz mira al Casco Viejo «donde podríamos fomentar la zona y aprovechar toda la gente que pueda venir al Castillo o el museo de los faroles», sueña Villahoz, que reconoce que ya hay algunos artículos que ha perdido por falta de ese espacio.