Una guía enfermera de manejo de fármacos para heridas

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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Dos profesionales del HUBU han participado en la revisión del protocolo de Sacyl. La Unidad de Heridas, una de las tres áreas de enfermería de práctica avanzada, hace más de mil consultas anuales

Luis Real, supervisor de consultas externas del HUBU, y Marta Vargas, responsable de la Unidad de Heridas. - Foto: Iván López

Hace ya cinco años que las enfermeras españolas consiguieron una de las reclamaciones que venían persiguiendo históricamente con más ahínco: que su actividad habitual en el cuidado de los pacientes tuviera un respaldo legal, es decir que su prescripción de medicamentos y productos sanitarios dispusiera de una plena seguridad jurídica y así está ocurriendo desde finales de 2018 -cuando se publicó en el BOE un real decreto- en determinadas indicaciones: la de productos sanitarios y medicamentos sin receta, la de medicamentos de prescripción médica que no requieren un diagnóstico por tratarse de actuaciones enfermeras (vacunas, calmantes o material de cura para las heridas), y la de fármacos sujetos siempre a un diagnóstico y prescripción médica. En los dos últimos casos, el Ministerio de Sanidad indicaba que esta práctica se haría conforme a una serie de protocolos que se deberían establecer conjuntamente con las autoridades sanitarias. El primero, referido a heridas y quemaduras, lo publicó Sacyl el pasado mes de julio. 

Marta Vargas, responsable de la Unidad de Heridas del Hospital Universitario de Burgos (HUBU), y Luis Real, supervisor de las consultas externas, han sido dos de los revisores del texto antes de su publicación, lo que consideran que es un reconocimiento del trabajo que se está haciendo en este centro sanitario, que desde hace casi diez años cuenta con esta unidad de enfermería de práctica avanzada (hay otras dos en el hospital, de educación diabetológica y de ostomías) donde llegan pacientes con heridas que no se han podido resolver en otros ámbitos asistenciales como atención primaria o los recursos residenciales. 

«El protocolo está coordinado por una enfermera y de los 17 profesionales que hemos participado tanto en la redacción como en la revisión, diez también somos enfermeras -hay también médicos y farmacéuticos-, lo que pone de manifiesto el potencial que tenemos en este terreno», explica Vargas, que lleva desde enero al frente de la Unidad de Heridas, donde no solo se presta asistencia sino que se da una extraordinaria importancia a la investigación y a la formación (se trata de un espacio en el que rotan las enfermeras que están haciendo el EIR).

Vargas señala que, primero con la autorización de la prescripción y después con la publicación de este protocolo se sienten más apoyadas en una práctica que es habitual: «No solo estamos más respaldadas, sino que podemos indicar tratamientos, modificarlos, hacer seguimientos, detectar posibles interacciones con otros productos y efectos adversos y mejorar la adherencia del paciente al tratamiento y al plan de cuidados. En algunas de estas actividades antes tenían que participar los médicos y era mucho menos ágil».

Trabajamos de forma muy colaborativa con servicios como Plástica o Vascular"

El campo de las heridas está generando en los últimos años una importantísima actividad no solo asistencial sino también investigadora y docente, con multitud de grupos de trabajo, másteres, tesis doctorales y reuniones científicas, como la que tuvo lugar el pasado mes de mayo en Burgos del Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas Crónicas (GNEAUPP). «Esto es así porque hay mucho interés por parte de las enfermeras porque lo están viendo en su práctica diaria. Las heridas complejas son muy prevalentes y suponen un gasto muy importante para el sistema sanitario», señala Luis Real.

Para que un paciente sea derivado a la Unidad de Heridas del HUBU ha de cumplir una serie de requisitos. En este sentido, tanto Vargas como Real ponen en valor el trabajo que hacen sus compañeras de atención primaria y del ámbito sociosanitario, «que son las que resuelven la mayoría de los casos». Pero hay ocasiones en las que las heridas no van bien y se consulta con el hospital. «Algunos de los criterios que tenemos en cuenta a la hora de recibir a un paciente es que la herida no tenga cicatrización después de un tiempo determinado, que tenga una evolución tórpida o haya una distribución atípica de las lesiones. En estos casos nuestras compañeras nos lo comunican y nos derivan a los pacientes».

Porque la Unidad -que también atiende a pacientes ingresados en el hospital- cuenta con materiales más específicos y técnicas más avanzadas, además de la posibilidad de derivar a la persona a que se le haga una biopsia cuando resulte necesario. Su trabajo con otros servicios como Dermatología, Cirugía Plástica o Cirugía Vascular es muy colaborativo, explica la responsable del área. Al cabo del año suele desarrollar alrededor de 1.400 consultas.

Aunque una herida complicada puede aparecer a cualquier edad, las personas mayores son un amplio colectivo al que se atiende y en el que son muy prevalentes las de origen vascular «que suelen tener una localización específica y una morfología determinada». Luis Real señala, por otro lado, que en muchos casos causan dolor y empeoran mucho la calidad de vida de los pacientes.

En cuanto a las quemaduras, aún no se ha visto ningún caso en la nueva etapa de la Unidad de Heridas con Marta Vargas al frente, pero esta enfermera opina que con el protocolo se van a empezar a tratar conforme a la mejor evidencia científica.