Miranda mantiene a raya la polución pese al elevado tráfico

ARSENIO BESGA / Miranda
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La ciudad consigue acercar los indicadores de contaminación a las recomendaciones de la OMS. Sin embargo, los expertos recuerdan que aún deben darse mejoras, porque «no hay ningún valor seguro»

La unión entre la calle Vitoria y la glorieta de la M acumula una gran densidad de tráfico. - Foto: A.B.

El medio ambiente ha ganado mucho peso entre las preocupaciones de la ciudadanía durante los últimos años y Miranda no se alza como una excepción. Eso sí, existe una gran diversidad de indicadores a este respecto. Entre ellos, la Junta de Castilla y León contabiliza en la ciudad del Ebro, a través de la estación del parque Antonio Cabezón, la cantidad de residuos que flotan en el ambiente y, según parece, los datos son esperanzadores. De hecho, el experto en calidad del aire de la Agencia Europea de Medio Ambiente, Alberto González Ortiz, explica que «para su tamaño» el municipio «tiene mucho tráfico, porque la gente tiende a coger el coche para todo», pero al mismo tiempo reconoce que «está muy cerca de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud».

En este sentido, González comenta que Miranda, su ciudad natal, «cumple la legislación europea en cuanto a partículas en suspensión», las cuales tienen una «composición variada» que depende de elementos como «metales pesados, partículas producidas por el desgaste de los neumáticos o del asfalto, procesos industriales y todo tipo de productos que provienen de la combustión de combustibles fósiles». Eso sí, también advierte de que el municipio se encuentra «al límite» de los valores marcados por la OMS e, incluso, durante 2022 se superó por muy poco la recomendación media diaria establecida en 15 microgramos por metro cúbico.

Ahora bien, este erudito mirandés aclara que tampoco se puede sentenciar que en Miranda se haya registrado un empeoramiento de este criterio, dado que «la diferencia es poca y todas las mediciones tienen su incertidumbre», por lo que «son datos estables en cuanto a partículas». No obstante, González sí observa una «tendencia clara», y de carácter positivo, en lo relacionado con el dióxido de nitrógeno, cuya principal fuente es el tráfico rodado. 

En este punto, a partir de los datos recabados por la Junta, argumenta que «hemos mejorado», aunque recalca que «todo depende de lo optimista que se quiera ser», ya que, por ejemplo, durante 2022 se superó la recomendación de la OMS casi durante 20 días.

Y es que el miembro de la Agencia Europea de Medio Ambiente comenta que en esos dos elementos Miranda ha mantenido a raya la polución y, con el paso de las décadas, se ha ido acercando a los valores preferidos por los especialistas, pero también recuerda que «si mandas este mensaje parece que no hay nada que hacer y no es verdad, porque la propia Organización Mundial de la Salud dice que no hay ningún valor seguro». 

Así las cosas, González insiste en que «se pueden llevar a cabo muchas iniciativas con el tráfico, que es el principal agente en Miranda ahora que la industria ya no tiene ese efecto, para limitarlo, porque aparte de ser una causa directa de la contaminación también produce ruido, que provoca enfermedades». Unido a ello, este experto natural de la ciudad del Ebro apunta que «además, siempre es más agradable tener unas calles peatonales para fomentar el deporte y los encuentros sociales, en lugar de que estén llenas de coches». En este sentido, el miembro de la Agencia Europea de Medio Ambiente recalca que «siempre se puede estar mejor, se puede hacer más y no hay que ser demasiado optimistas». Y en este punto no solo se refiere a la polución que afecta a la salud, ya que «sus fuentes también producen gases de efecto invernadero».

En resumidas cuentas, pese a todo, González opina que «es preferible tener más espacios verdes, de socialización, para hacer deporte, es decir, una ciudad en la que en lugar de tener que esquivar coches, haya que esquivar la pelota de un niño».

Ozono. Los contaminantes que registra la estación del parque Antonio Cabezón «se emiten directamente», a excepción del ozono, según dice González. Sobre ese agente, apunta que «se forma a partir de dióxido de nitrógeno y los llamados compuestos orgánicos volátiles», pero añade que «no solo se necesitan esos gases», sino que «las reacciones se favorecen con luz solar y altas temperaturas». Por tanto, en función del calor o frío registrados «hay fluctuaciones». Así, comenta que «en Miranda pasa que hay veranos mediterráneos y otros cantábricos, más frescos», lo cual «puede afectar a la formación de Ozono» y explicaría por qué ha habido variaciones notables en el último lustro. Sin embargo, recalca que «el valor objetivo no debe superarse más de 25 días» y desde 2018, por muchos cambios que ha habido, jamás se ha alcanzado.

Partículas que atacan a órganos como el cerebro. En Miranda se cuentan partículas en suspensión con un diámetro de hasta 10 micras. Sin embargo, en ese registro también se incluyen las de menos de 2,5 micras y esas son ciertamente peligrosas.

Así lo confirma Alberto González, porque las grandes «pueden afectar al tracto respiratorio», pero «las otras pueden alcanzar a órganos como el cerebro, los riñones, el corazón o el sistema reproductivo». Es decir, «se asocian a enfermedades cognitivas y diabetes», entre otras cosas.

Con todo, a partir de residuos minúsculos que flotan en el ambiente, las personas están expuestas incluso a «cáncer o muertes». Eso sí, por suerte en Miranda los valores no resultan muy altos.